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Redondo: "Hay muchos héroes, aunque no tienen la oportunidad de demostrarlo"

"La gente corriente no es tan corriente ni las situaciones corrientes lo son tanto, porque visto de cerca, nada es normal", afirma el autor de "Todo esto existe"

Íñigo Redondo y Guada Guerra, minutos antes de comenzar la ponencia. // José Lores

Si algo queda claro en "Todo esto existe" (Literatura Random House) es que nada es lo que parece. Así lo reconoció ayer en el Club FARO su autor, el arquitecto y escritor Íñigo Redondo, que ha sorprendido con su primera novela, que en menos de dos meses ya va por la tercera edición. ¿El secreto? Lo ignora, aunque el camino de la historia de Alexéi e Irina, ambientada en la Ucrania de los 80, en pleno deshielo del comunismo, recorrió un largo y arduo camino hasta ver la luz. La novela comenzó a gestarse en el año 2011, tras un viaje a Ucrania. En 2015, Redondo ya tenía un "previo aceptable". Sin embargo, tuvieron que pasar aún cinco años hasta que llegara a la imprenta. ¿Qué sucedió durante ese tiempo? Se dedicó a llamar a las puerta de cuantas editoriales conocía y fue descubriendo, de las que solo recibió "respuestas plantilleras" del estilo: "No aceptamos manuscritos no solicitados".

A pesar de las negativas, no se dio por vencido y el sí le llegó de Penguin Random House, una respuesta que apenas tardó una semana. "Ahora tengo una sensación de vértigo absoluta porque yo vengo de otro negociado. En el mundo literario no conozco a nadie", explicó el escritor durante la charla que mantuvo con la periodista viguesa Guada Guerra en el salón de actos del museo MARCO de Vigo.

"Todo esto existe" es, en gran parte, como un "Gran Hermano" novelístico, que invita al lector a mirar por la mirilla de las casas para descubrir qué sucede al otro lado de la puerta y descubrir la intimidad de los personajes y a plantearse también qué harían ellos en determinadas situaciones si estuvieran en su lugar. "Cuando vemos una noticia de violencia machista, normalmente viene precedido de una convivencia inconcebible, pero que ha durado meses, incluso años. La novela intenta entender cómo pueden ser esos años, qué ocurre y hasta qué punto puede trasladarse la convivencia de las personas", explicó.

Y Redondo no pone al lector en una postura cómoda, ya que lo que plantea es un secuestro, aunque consentido. Irina, de 16 años, le propone a Alexéi, el director de su colegio, que la saque de su casa, donde no puede seguir más, aunque para ello tenga que secuestrarla. A partir de la decisión del profesor de atender la llamada de auxilio de la alumna, a quien hasta entonces no conoce, comienzan a edificarse las reglas de convivencia entre la joven y el adulto. El lector será en última instancia el que juzgue la historia. En cualquier caso, la historia de Alexéi e Irina sirve de excusa para plantear que las cosas no son siempre lo que parecen.

"La gente corriente no es tan corriente ni las situaciones corrientes lo son tanto porque visto de cerca, nada es normal", aseguró Redondo, que reconoció que en la novela deja muchos huecos para que sea el lector quien los complemente.

"Una cosa que valoro como lector es cuando te dejan un poco de margen. El lector es alguien inteligente siempre. Yo cuando leo y noto que me están tratando bien y que algunas cosas me las dejan sugeridas y otras me la cuentan, y la lectura se convierte en algo que no es pasivo, me siento bien. Y esto mismo he pretendido hacer yo. Hay cosas que son mejor no contarlas y que cada lector saque su lectura", manifestó.

"Todo esto existe" habla también del héroe anónimo, de aquel que no sale en la prensa, de individuos grises e irrelevantes, como el propio Aléxei, que en un momento dado es capaz de la mayor de las heroicidades, pero que también tienen sus sombras. "Muchas personas son héroes, pero no se ven en la situación de demostrarlo. Tenemos una vida más o menos cómoda y no nos enfrentamos a un enemigo en batalla o a cualquier otra situación extraordinaria, por lo que no demostramos nuestra valía. En esta novela ocurre que tenemos a un personaje que sí se enfrenta a una de estas situaciones y tiene que demostrar cuál es su valía", explicó.

La soledad es otro tema importante en esa novela, vista desde la perspectiva de una niña de 16 años y de un adulto que ha superado ya los cuarenta, pero que tienen en común que están heridos. A Aléxei es un director de instituto "en caída libre": acaba de abandonarlo su mujer y bebe hasta la extenuación. Irina es una alumna que intenta huir de la espantosa realidad que le aguarda en casa. Ambos acabarán acompañándose el uno al otro, y este acompañamiento le sirve a Redondo para investigar cómo se construye la intimidad y para hablar de los lugares impensables donde las personas pueden encontrar refugio.

No cree, sin embargo, que sea una novela de formación, al menos unilateral. "Los dos personajes aprenden del otro. No creo en mentores", afirmó.

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