Si hay algo que acompaña a una persona toda su vida sin que pueda escogerlo cuando nace es su nombre de pila, elección que sus padres toman a su gusto por extraño que sea, y también sus apellidos, que a veces casan de la forma más graciosa posible.

En Galicia, según los últimos datos del Instituto Gallego de Estadística (IGE), los nombres más frecuentes son los tradicionales Manuel (72.423) y José (54.905) para hombres y Mar

En cuanto a apellidos, entre los gallegos también prevalece la normalidad de los Rodríguez, que se repite 213.911 veces, seguido del igualmente común Fernández (202.402). En Galicia hay combinaciones de lo más surrealista, ya que María José Cociña Baño, Rodrigo Pinto Casas, Sara Corredoira Darriba, Juan Carlos Rey España o Gonzalo Pernas Frías, solamente son algunos ejemplos de los apellidos más inesperados.

Además, en los censos ajenos a la comunidad también hay representación gallega, pues en España existen 68 personas que llevan Orense como primer apellido y 78 que lo lucen como segundo, según el INE, repartidos entre Vizcaya, La Rioja, Barcelona, Madrid, Córdoba y Cádiz, pero ninguno en la provincia homónima.

No obstante, la presencia "a la gallega" más cómica delega en el apellido Pirola, en un total de veinte personas, de las que nueve son extranjeras y once españolas, pero además también hay catorce Cona en el conjunto del Estado.

Topónimos "sugerentes"

Aunque si hay nombres en Galicia que destacan por su originalidad son sin duda los de sus pueblos como es el caso de Villapene, la parroquia de Cospeito (Lugo) a la que le roban las señales por su nomenclatura, o la aldea de A Ventisca en el ayuntamiento lucense de Guitiriz, en la que no siempre hay tormentas pero una gran parte de la toponimia gallega viene determinada por el clima de la zona.

Pero para hablar de nombres singulares, es imprescindible hacer referencia a Huerta del Rey, el ya famoso pueblo de la provincia de Burgos registrado en el libro Guinness de récords mundiales por tener a los habitantes con los nombres más raros del mundo: Evilasio, Sindulfo, Honorario, Gláfira, Filogonio, Meuris, Acindino o Quiricio, entre muchos otros.

Así las cosas, si bien un nombre no es más que una palabra, es una importante carta de presentación, pues como dice el refrán "dime cómo te llamas y te diré quién eres", aunque siempre existe la opción, llegados a la edad suficiente, de cambiárselo ante el Ministerio de Justicia.