Hoy no hicieron falta los despertadores. Y no es un tópico. Da igual la hora a la que los pequeños se metiesen en la cama anoche después de la Cabalgata de Reyes, muchos de ellos abrían los ojos como platos antes de que saliese el sol dispuestos a medir lo buenos que habían sido durante el 2018. Porque aunque en sus cartas a Melchor, Gaspar y Baltasar habían explicado lo obedientes y aplicados que habían sido durante el año, Sus Majestades todo lo ven y alguna duda quedaba sobre si los regalos habrían llegado al árbol.

Tampoco importaba el frío. Madres, padres, abuelos, hermanos... salían de la cama casi con la misma ilusión que los más pequeños de la casa. Ya en familia comprobaban que la magia se había obrado y se ponían manos a la obra para abrir todos los paquetes. Algunos se lo tomaban con calma, a otros el ansia les podía y no le daban ni media oportunidad al papel de regalo.

La alegría explotaba cuando dentro de la caja estaba aquello que se deseaba desde hacía tanto -quizá días o semanas, pero ya se sabe que el tiempo en la infancia pasa a otro ritmo-. Esa fascinación se traslada a los adultos que, aunque también tenían algún presente bajo el árbol, encontraban el mejor regalo en el viaje a la infancia en el que se embarcaban de la mano de los niños. Eso sí, alguna piedra de carbón también había, para que los niños y niñas gallegas no bajen la guardia este 2019.

Ahora quedan por delante horas de montar juguetes y disfrutar, a poder ser en familia, de los 365 días que faltan para recibir de nuevo a Melchor, Gaspar y Baltasar.