Misma aula, diferentes ritmos de aprendizaje. Esta es la realidad que se vive a diario en muchos colegios gallegos ya que miles de alumnos de la comunidad precisan medidas específicas de apoyo educativo al presentar algún trastorno neurobiológico como la dislexia, el déficit de atención o el síndrome de Asperger o tener alguna discapacidad. Se trata de niños con un coeficiente intelectual normal, pero que sin unas medidas de apoyo en el aula -apostar por materiales audiovisuales, colocarlos en las primeras filas o darles un extra de tiempo en los exámenes- son incapaces de seguir el ritmo de la clase. Pese a que un decreto de la Xunta contempla la atención a la diversidad en las aulas, las familias denuncian que en la práctica, que los niños reciban el apoyo que precisan depende de lo implicado que esté el profesor que le toque. "Demandamos unas adaptaciones que benefician a estos alumnos y que no perjudican a los demás", sostiene la psicóloga y directora del área técnica de la Asociación Galega de Asperger (Asperga), Verónica Santiso.

Un decreto de la Consellería de Educación regula desde el año 2011 la atención a la diversidad del alumnado. En él, la Xunta reconoce que la diversidad es "una realidad social" y como tal, "una realidad en cada centro" que hay que abordar con "un conjunto de medidas y acciones que tienen como objetivo adecuar la respuesta educativa a las diferentes características y necesidades, ritmos y estilos de aprendizaje, motivaciones, intereses y situaciones sociales o culturales de todo el alumnado". La Xunta cuenta incluso con una guía que marca la atención en el aula que deberán recibir los niños con trastornos del espectro autista. Pero la teoría choca de bruces con la realidad. La semana pasada, el Tribunal Superior de Xustiza condenó a educación a indemnizar con 4.500 euros a un alumno coruñés con autismo al que le retiró el apoyo visual con el que el menor podía participar en las actividades escolares. Las familias de niños con dislexia, trastorno de déficit de atención e hiperactividad y síndrome de Asperger denuncian que las medidas de apoyo no estén generalizadas y que las ayudas para que estos niños puedan seguir la clase en igualdad de condiciones que sus compañeros no depende solo ya del colegio en el que estudien, sino del profesor que le imparta la materia.

"Dependes de la sensibilidad e implicación del docente cuando en realidad se trata de un derecho de los alumnos", indica Santiso, quien señala en el caso de los niños con síndrome de Asperger, muchas veces "cada curso" toca volver a pelear porque reciban el apoyo necesario. Lo mismo ocurre con quienes tienen dislexia, un trastorno del lenguaje que hace que presenten dificultades para leer y escribir con fluidez. "Tenemos familias que han tenido que llegar hasta el Valedor do Pobo porque el los centros y en inspección educativa no les hacen caso. Es un problema en el que influyen varios factores: falta formación al profesorado sobre estos temas, hay masificación en las aulas, que varios centros compartan orientadores...", sostiene la presidenta de la Asociación Galega de Dislexia (Agadix), Esther López.