Ascensión Cambrón, vicepresidenta de la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) Galicia estuvo ayer y el jueves en Vigo para hablar sobre la muerte digna y los derechos de los enfermos terminales en Galicia. Esta catedrática de Filosofía del Derecho aplaude la normativa gallega, aunque insiste en que es necesario ir un paso más allá y regularizar la eutanasia como ya lo han hecho otros países como Bélgica, Holanda y Luxemburgo. "Regularizarla es un mecanismo de seguridad jurídica para todos, tanto para quien la pide como para quien no la desea", argumenta.

-¿A qué nos referimos cuando hablamos de muerte digna?

-A la posibilidad de morir de una forma que no te cause sufrimiento aunque sepas que tienes una enfermedad irreversible y a recibir un tratamiento acorde con tus creencias o convicciones morales.

-El Parlamento de Galicia aprobó en 2015 la Ley de Derechos y Garantías de los Enfermos Terminales. ¿Qué supone esta normativa?

-Reconoce que el paciente tiene derecho a formular en su documento de voluntades anticipadas los recursos terapéuticos extraordinarios que no quiere que le apliquen en caso de situación terminal o irreversible. La normativa es de lo mejor que puede haber y es muy clara. Insiste en que hay que apostar por la vida pero no hacer un esfuerzo que ignore que el proceso de la muerte es natural, y que si se empeña en mantener la vida contra todo pronóstico se puede incurrir en el encarnizamiento terapéutico, que es contrario al código deontológico de los médicos y también a la ley porque incurriría en mala praxis médica.

-Dice que es una ley clara, pero luego surgen casos como el de Andrea, la niña de 12 años que padecía una enfermedad degenerativa irreversible y cuyos padres solicitaron que se le retirara el soporte alimenticio. A pesar de contar con el dictamen favorable del comité de ética asistencial, el asunto acabó en la mesa de un juez porque los médicos se negaban.

-El problema es que para poder aplicarse la ley ha de darse una situación terminal y esta no la define con la suficiente claridad como para dejar esta situación inequívocamente definida, sino que la deja a la consideración de los médicos. Evidentemente si el médico, como en caso de Andrea, consideraba que la situación no era terminal no había por qué aplicar cuidados paleativos, que era lo que pedían los padres. La cuestión queda abierta. Por eso decimos que en España se puede morir bien o mal, según el médico que te toque.

-Y en general, ¿cómo morimos?

-Cuando hay enfermos que los mandan a casa porque no tienen solución y tardan hasta 14 meses en morir, encamados, con escaras y con un tipo de recursos extraordinarios como respiración artificial hemos de concluir que no se muere bien.

-¿Cuánto se ha avanzado desde la muerte de Sampedro?

-Esta es una pregunta que tiene dos caras. Visto con perspectiva, hemos avanzado bastante en divulgación, en hacer ver a la gente que aquí no nos vamos a quedar nadie y también en concienciación del personal sanitario. Sin embargo, aún está por conseguir la regulación de la eutanasia. Tenemos derecho a la vida, pero no tenemos obligación de vivir contra nuestra voluntad. Pero he de añadir que en lo que va de año, se han presentado tres anteproyectos de ley: dos para una norma estatal de muerte digna y otra para regular la eutanasia.

-¿Falta valentía política?

-No sé, pero muchos políticos temen la campaña que desarrollarían la jerarquía eclesiástica y las huestes a su servicio. Y es preocupante que por miedo a perder votos no se lleve a cabo. Mire, tenemos una ley de divorcio y nadie está obligado a divorciarse. Y mientras llega, las voluntades anticipadas son un documento que clarifica la toma de decisiones en un momento terminal y puede evitar que el paciente prolongue una situación terrible.

-En Galicia, este documento tiene poca implantación, ¿por qué?

-La ley se aprobó en junio de 2015 y aunque el Gobierno gallego se comprometió a divulgarla, los únicos que estamos dándola a conocer somos DMD y esto tiene sus limitaciones, porque tampoco somos tantos. En Galicia se calcula que un 0,5% de la población ha hecho documento de voluntades anticipadas. Hacerlo no es pedir la eutanasia, sino dejar por escrito los recursos terapéuticos o sanitarios que no quieres que te apliquen en caso terminal. La eutanasia tiene un predicamento muy peyorativo, pero etimológicamente significa "buena muerte" y la que nosotros solicitamos es la muerte en un estado desesperado de sufrimiento físico o psicológico a partir de un deterioro físico indudable.