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Sobrevivir a las vacaciones de los niños

Guía para aprobar el verano escolar... con nota

Educadores y psicólogos gallegos apuestan por ciertas rutinas y por aprovechar para conocer mejor a los hijos

Javier Urra | Psicólogo y pedagogo: "Son inevitables los conflictos con los hijos y la pareja"

Vanesa es una madre viguesa de tres hijos y trabaja como dentista. Su marido también trabaja. La ecuación, en verano, está clara: problemas asegurados. El pasado miércoles sonó el pistoletazo de salida y el inicio del estrés para muchos padres. Imposible acercarse ni de cerca a los más de dos meses y medio de vacaciones que tienen sus pequeños. Vanesa y su marido empezaron hace bastante tiempo a elaborar el puzzle del verano que, a día de hoy, aún tiene varias piezas por encajar. De momento tienen ya asegurados varios campamentos: de deportes náuticos, de danza urbana, de pintura, en el zoo y hasta de dormir un par de noches. Otra semana se irán con los abuelos y quince días estarán todos juntos de vacaciones. El resto... irán resolviendo.

El caso de Vanesa y los suyos es muy similar al de miles de familias que, como cada año, se enfrentan a un largo verano escolar con ilusión pero también con la tensión de lograr compaginar esos ansiados días sin colegio de los niños con las limitadas vacaciones de sus padres. ¿Qué hacer con los niños tantos días libres? ¿Hay que obligarles a repasar las asignaturas aunque hayan aprobado todo? ¿Poner deberes a los que pasaron sin problema? ¿Apuntarles a idiomas o a practicar algún deporte? ¿Pueden levantarse a la hora que deseen o hay que fijar unas normas? ¿Cuánto pueden ver la televisión? ¿Y estar delante del ordenador? ¿Y si entonan en vacaciones el temible 'me aburro'?

El verano deja aún más al descubierto los errores que arrastran los padres como la falta de límites o la excesiva protección. Varios psicólogos y especialistas en educación gallegos aportan algunas claves para conseguir que, con un poco de esfuerzo, el veraneo sea un disfrute para todos.

El primer cambio que llega con el verano es la desaparición de los estrictos horarios del curso escolar. "Es el momento de adaptar las rutinas de los niños a la realidad del verano; es decir, no obligarles a madrugar pero tampoco dejarles dormir hasta las tantas ni acostarse demasiado tarde, sino que mantener una regularidad en horarios y hábitos de vida pero más relajada", explica Nuria Lago, vocal de la Sección Educativa del Colexio Oficial de Psicólogos de Galicia, que advierte que, aunque los padres siguen trabajando "no deben perder de vista que sus hijos están de vacaciones y deben sentirlo así porque es bueno para su desarrollo físico y emocional".

Sin embargo, este cambio de rutinas puede hacerse sin prisas. "El final de curso conlleva tanto para padres como para niños y también abuelos una re-adaptación de normas y horarios que puede originar un poco de caos en la familia, es prioritario permitirse alrededor de dos semanas para establecer nuevas rutinas", apunta por su parte Paula Suárez, pedadoga experta en intervención social y gerente del gabinete psico-pedagógico "Positivando", en Vigo, que coincide con Lago en la necesidad de mantener una serie de pautas. "Nuestros ritmos sociales son cada vez más exigentes e importante es disfrutar de momentos de desconexión. El período vacacional de los escolares es más largo que el de las familias, por ello es también importante que este tiempo no vaya unido a la omisión de rutinas y horarios. Los niños necesitan pautas y una vida ordenada mejora nuestro carácter, nuestra alimentación, favorece el proceso de sueño y vigilia, regula nuestra actividad entre otras muchas mejoras que podríamos continuar citando", añade la pedagoga.

Deberes... con mesura

Aprendizaje y verano no están para nada reñidos. Sin embargo, a priori sentarse en una mesa a hacer deberes no es algo que atraiga a ningún niño. Los expertos recomiendan a los padres poner a prueba sus capacidades para ofrecer a sus hijos en verano otras formas de aprender. Es muy diferente si el menor ha pasado el curso sin dificultades o si, por el contrario, los profesores le han indicado que fortalezca alguna materia. "Yo no soy partidaria de los deberes en verano ya que se corre el riesgo de que lo interpreten como un castigo y obligación y su actitud va a ser negativa. Aquellos que han suspendido alguna materia sí deberían dedicar todos los días un tiempo a reforzar los conocimientos, pero máximo una hora diaria y mejor a primeras horas de la mañana, cuando aún están frescos y luego tienen todo el día para disfrutar", aconseja Lago.

La psicóloga sugiere además a los padres aprovechar las actividades del día para dar un toque instructivo a los niños. "En la playa haciendo castillos y recogiendo conchas, en el parque de atracciones... cualquier espacio da juego para repasar nociones matemáticas, vocabulario, inglés...", describe.

También Suárez apuesta por enfocar este tiempo de deberes de una forma positiva. "Es importante que los menores dediquen un tiempo a la realización de actividades, no estudiar por cubrir horas, ni cediendo la responsabilidad como a veces ocurre, a los abuelos. Aconsejo estas tareas y tiempo sean negociadas con el niño para hacerle partícipe en las tomas de decisiones. En la etapa de Primaria, es recomendable realizar tareas durante un tiempo aproximado de 30-60 minutos y si hablamos de niños de Secundaria, 60- 90 minutos, después habría que atender a la situación personal de cada niño", apunta la pedagoga.

Para aquellos niños que han aprobado, la experta asegura que "es altamente positivo generar espacios formativos durante el período vacacional, tiempos de lectura, manualidades, etc, además de estimular la creatividad, favorecen el desarrollo cognitivo".

El psicólogo y ex defensor del Menor Javier Urra, coincide con sus colegas. "Yo creo que el verano, permite muchas actividades que, sirviendo para el aprendizaje, no son puramente académicas, sino que se adquieren en los viajes. con lecturas alternativas, investigando...".

Elegir los campamentos entre la amplia oferta actual puede convertirse en un quebradero de cabeza para algunos padres. "Hay muchos campamentos en todas las ciudades, de distintas temáticas, precios y con horarios que se pueden ajustar lo máximo posible a las necesidades de los padres; es importante dedicar un tiempo a buscar bien y decidir según los gustos de cada niño, para conseguir que disfruten de ese tiempo", opina Vanesa Villa, presidenta de Surgapa, Federación de APAS del Sur-Oeste de Galicia, al tiempo que critica el sistema vacacional español por ser un periodo demasiado largo. "Sería mejor como en otros países: un verano de mes y medio, suficiente para desconectar, y el resto de los días más repartidos durante el año".

Para los expertos, los campamentos son una excelente opción de ocio pero, como los deberes, sin excederse. "Supongamos que el niño tiene 70 días de vacaciones. Entiendo positivo el campamento de 15 días. No más. Los campamentos son maravillosos pero agotadores. Ir al pueblo, alguna excursión puntual, llena de contenido, las fechas. Pero dos meses seguidos de campamentos son inaguantables físicamente, y podría ser vivido, como unos padres que te alejan", considera Urra.

Entre comodidad y necesidad

También Nuria Lago opina que "el ideal" en vacaciones es que los hijos pasaran el máximo tiempo posible en familia. "Eso es imposible en muchos casos, pero hay que tratar de que los campamentos tengan una duración limitada; hay algunos padres, aunque son minoría, que recurren a campamentos por simple comodidad, porque compartir el tiempo con sus hijos requiere mucho esfuerzo, pero deberían de reflexionar sobre ello", advierte la psicóloga.

Por su parte, la pedagoga Paula recuerda que "el juego, colectivo e individual, es fundamental en la vida del niño y siempre debe estar presente. La asistencia a campamentos es una alternativa de ocio fantástica, potencia la autonomía y favorece la adquisición de habilidades sociales y conocimiento de las normas sociales, pero no debe concebirse como la única opción durante todo el verano".

El periodo estival, sobre todo cuando los padres también están de vacaciones, es un momento perfecto, dicen los especialistas, "para aprovechar a conocerse mejor, conversar y tratar de entenderse", apunta Lago. Sin embargo, al pasar de golpe a compartir las 24 horas del día "no se puede evitar que surjan roces y tensiones, tanto con los hijos como con la pareja, pero se pueden intentar minimizar, desde el respeto y desde marcar criterios y horarios", añade Urra.

"Los padres a veces tienen una ansiedad anticipatoria y transmiten esa tensión a los hijos. Lo importante es centrarse en todo lo positivo que van a tener estas vacaciones", concluye Lago.

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