La esquela que condenó a trece vigueses
Una necrológica en FARO que Xosé Baena puso junto a otros compañeros fue la llama de un calvario que terminó con su ejecución
Su familia sigue pidiendo justicia

Xosé Humberto Baena. / Cedida
Amaia Mauleón
La mañana del 2 de mayo de 1975 el joven vigués Xosé Humberto Baena -último fusilado del franquismo- se reunió con otros doce de sus amigos y militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) en un ambiente de indignación. El día anterior, un policía de paisano había matado de un tiro al trabajador de Fenosa Manuel Montenegro, que participaba en una revuelta. Las esquelas del viernes 2 hablaban de una muerte por "accidente de trabajo". Xosé y sus amigos estaban indignados y no quisieron quedarse de brazos cruzados
En lo que quería ser un acto de compañerismo y tras hacer una colecta de dinero entre otros compañeros, los trece se dirigieron a la sede de FARO DE VIGO, por aquel entonces ubicada en la calle Colón, y solicitaron una esquela en la que apareciera claramente que Montenegro había muerto por "represión policial".

La esquela que condenó a trece vigueses / FdV
El encargado de redactar la esquela se dio cuenta del peligro que podría tener aquella publicación y pidió a los trece jóvenes sus nombres completos y documentos de identidad. "Tuvieron que acudir varios días a FARO porque les ponían muchas trabas", recuerda Flor Baena, hermana de Xosé. Finalmente, la esquela no llegó a salir en el papel, la censura de la época no lo permitió, pero a partir de ahí la vida de esos trece vigueses dio un vuelco. Uno a uno, todos ellos fueron detenidos, unos con mejor suerte que otros.
Ya el domingo día 4 comenzaron las detenciones. El primero fue el primo del marido de Flor Baena, José Pablo, que pasó dos años preso en la cárcel. "Vienen a por mí", dijo Xosé a su familia cuando se enteró de que habían detenido a su amigo. Y decidió huir a Madrid.

Baena durante el servicio militar. / Cedida
"Ya había sido pasado dos meses en la cárcel, cinco años antes, por una sentada en la Facultad de Filosofía y Letras en la que había participado y en la que se detuvo a 200 estudiantes. Le pegaron, lo pasó muy mal, y no quería volver a vivir todo aquello", recuerda su hermana, que cuenta la historia en el libro "Mañana cuando me maten", en el que Carlos Fonseca recoge el testimonio de los protagonistas y las familias de los cinco últimos fusilados del franquismo, dos de ellos de Vigo, Baena y José Luis Sánchez Bravo.
Xosé huyó a Madrid -con la ayuda del cantautor Suso Bahamonde - acompañado de su novia, María Pilar Alonso, Maruxa. Ella fue detenida un mes después tras participar en un salto y Xosé no aguantó mucho más. A finales de julio fue acusado del asesinato días antes del policía armado Lucio Rodríguez Martínez y del homicidio frustrado de otro días después.
"Mi hermano no pudo haber matado a ese policía ya que de vez en cuando mi padre enviaba al chófer de nuestra empresa al sur de Portugal para que se encontrara con él y le diera paquetes de comida, ropa, dinero... Ese día en concreto Xosé estaba en Portugal", relata Flor Baena.
Xosé no tuvo un juicio justo y las pruebas incriminatorias se obtuvieron mediante torturas. "La testigo del asesinato del policía aseguró al ver la foto de mi hermano que él no había sido, pero le dijeron que se fuera, que dejara las cosas como estaban", lamenta la hermana.
Xosé fue fusilado la madrugada del 27 de septiembre de 1975. Su familia fue avisada solo unas horas antes y llegaron a Madrid con el tiempo justo para despedirse. Tenía solo 24 años. Cuarenta después, su familia sigue pidiendo justicia.
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