-Acaban de denunciar un videojuego que enseñaba a los niños y a los jóvenes a matar a sus profesores. ¿Le parece una anécdota o más que eso?

-Vivimos un momento de especial dificultad por el suceso de Barcelona en el que falleció un profesor, así como por los casos de acoso o de suicidio. Hay una gran sensibilidad al respecto y el hecho de que aparezca un videojuego en el que se hace apología de la violencia, poniendo el foco en los profesores, es algo grave. Se trata de una didáctica perversa que envía un mensaje demoledor. No es un videojuego como los que estamos acostumbrados a ver, con ciertas dosis de violencia pero más abstracta. No es lo mismo un marcianito que un profesor. El alumno es moldeable y lo mismo que se le educa se le deseduca. Hay que erradicar por completo la violencia en la escuela.

-¿Existe mucha violencia en las aulas españolas?

-Lo de Barcelona fue un hecho aislado, la primera muerte en España. Nos preocupan las conductas tan graves como ésa, pero también las que tienen menos relevancia pero que atentan directamente contra la buena convivencia. Son las faltas de respeto, las intimidaciones o las amenazas al profesorado. Hay una violencia menor, pero que también es muy perversa y que perjudica gravemente a los alumnos que tienen derecho a recibir una educación en un ambiente adecuado. Queremos una escuela de tolerancia.

-¿Qué se puede hacer?

-Con vistas al inicio de las nuevas legislaturas autonómicas, y también de la estatal, exigimos un plan de mejora de la convivencia en las aulas que afecte al conjunto del Estado. Tiene que tener en cuenta varios aspectos. Desarrollar la ley de autoridad del profesorado, prevenir los casos de acoso escolar, evitando que el alumno que lo sufre sea el que tiene que abandonar el centro, y recuperar el observatorio de convivencia. También está claro que para la erradicación de la violencia en la escuela necesitamos la implicación de la sociedad y, más en concreto, de las familias.

-¿Van a más los actos violentos en las aulas?

-Se aprecia un repunte de las actitudes menos graves, de perturbaciones del orden y de amenazas. Además, ha aumentado en un 12% la conflictividad a través del uso de las nuevas tecnologías, que se utilizan inadecuadamente para insultar o para amenazar.

-José Ignacio Wert ha sido relevado al frente del Ministerio de Educación. ¿Qué balance deja?

-La valoración ya está hecha. Ha realizado una reforma educativa sin consenso y parcial, en la que los puntos más positivos se quedan en una mera declaración de intenciones a causa de los recortes. Además, esa reforma perjudica a la enseñanza pública, no garantiza el uso del castellano en las escuelas públicas de todo el Estado y aboga por una segregación entre niños y niñas que está totalmente superada. La configuración curricular no permite la vertebración de la educación en España y la ley tampoco aborda la situación del profesorado, que necesita con urgencia un estatuto docente, promesa incumplida del Ministerio.

-¿Veremos algún día un pacto de Estado en materia educativa?

-La Constitución, en su artículo 27, pone las bases de un pacto que no se ha llegado a desarrollar. Hay que vertebrar la educación en España, defendiendo a la escuela pública o aplicando nuevos criterios de selección del profesorado. Lo primero que habría que hacer es superar la confrontación ideológica en torno a la educación.

-¿Apoya las movilizaciones que realizan los docentes de Religión?

-Es una enseñanza que hay que impartir en las mejores condiciones. Apoyamos las reivindicaciones de esos docentes y las movilizaciones que se plantean.

-¿Qué le parece que sean los profesores los que suministren medicamentos a sus alumnos?

-Más allá del deber de socorro, no creo que tengan que ser los profesores quienes administren medicamentos a los alumnos. Una solución puede ser vincular los centros educativos a centros de salud de la zona.