Volver a la cocina y poder nuestros hijos en ellos. Si vemos tres horas al día la televisión, no tenemos disculpa diciendo que no hay tiempo para cocinar. Esa es una idea frontal de Adam Martín. "Ahora hemos perdido ese rito -explicó- que nos reunía a todos, y lo sustituimos por comida rápida o precocinada. O dejamos que nuestros niños coman sin dejar de ver la televisión, cuando sabemos científicamente que se metaboliza peor y hasta se come más cuando tu mente está distraída con otra función ajena a la misma comida. O comemos rápido, con lo cual corremos también el riesgo de comer más. Hay que practicar una alimentación consciente y en cuanto a los productos, intentar que sean de proximidad y temporada".

Martín reivindica el consumo preferente de frutas, verduras y legumbres, reniega de que comer sano tenga que ser aburrido y apuesta por una alimentación con sentido común y consumiendo los productos tal como nos llegan de la naturaleza o lo menos procesados posibles. Por eso desaconseja las bebidas refrescantes, "diseñadas en los laboratorios para que nos gusten". Por eso, también, se opuso frontalmente al azúcar: "Está científicamente claro que el azúcar blanco refinado tiene un efecto perjudicial para la salud. Es una bomba para nuestro cuerpo. ¿Existe en la naturaleza? No. Se saca del azúcar de caña integral.

Y una receta base: no hay alimentos mágicos. Hay que comer variedad, de todo y saber renunciar o espaciar el consumo de productos como la carne roja, cuyos nutrientes puedes hallar en otro lado. Pero, si consumes carne, mejor que sea ecológica. Todo, sin radicalismos.