El invento creado en Vigo destinado a disminuir los decibelios de la gaita -el calagaitas- empezará a cruzar las fronteras dentro de poco. Una empresa valenciana especializada en fundas, estuches y accesorios para instrumentos ha firmado un contrato con el vigués que desarrolló el modelo de utilidad para vender esta sordina en España así como en el extranjero.

El responsable del invento, el vigués Carlos Camacho, explica que "la sordina la hago de forma artesanal, pero todo lo que se hace de forma artesanal tiene un proceso lento y resta competitividad". Por lo que decidió buscar una empresa que se encargase del proceso. Camacho tanteó algunas compañías gallegas pero por distintas causas, finalmente, tuvo que buscar en otros lugares hasta localizar "una empresa en Valencia que se interesó por mi proyecto desde el primer momento".

Esa compañía es la sociedad anónima Ortolá, radicada en el municipio valenciano de La Pobla del Duc. A finales del pasado mes de septiembre, la empresa firmaba un contrato por el que lograba la cesión de "la titularidad del modelo de utilidad" del calagaitas para su "explotación comercial (fabricación, comercialización y venta" en España y el extranjero".

Camacho recuerda que en febrero de 2012, tal y como adelantó FARO, obtuvo el título de propiedad industrial del calagaitas tras aceptar la Oficina de patentes y Marcas del Ministerio de Industria el registro de una "idea original, práctica y novedosa".

Ese fue el paso final a un proceso de creación que comenzó al buscar solución a un problema con su gaita. "Este es un instrumento muy escandaloso y cuando me inicié en el mundo de la gaita no había nada en el mercado que consiguiese bajar su sonido para poder ensayar en casa sin molestar demasiado a la familia o vecinos", explica un hombre que se inició en ella "hace 4 años en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, de la mano del maestro artesano Carlos Corral".

Después, proseguiría su formación en el Centro cultural "O Rueiro" con el maestre gaitero Xosé Oliveira. "Fue en estos sitios, explica, cuando empecé a trabajar mi idea. El proyecto se fue haciendo realidad y decidí registrarlo", obteniendo un modelo de utilidad, algo muy similar a una patente. El primer método es más económico que la segunda. Además, el alcance de la protección del modelo de utilidad llega a diez años; mientras que con la patente son 20.

Camacho destaca que "el sonido de una gaita tocada al natural llega hasta 105 decibelios y quizás alguno más. Este nivel es equiparable al ruido que produce un martillo neumático o los petardos y estos niveles se consideran molestos o muy fuertes. Con la sordina se puede llegar a bajar su sonido hasta los 80-85 decibelios, niveles que produce un secador de pelo o una conversación".

Por último, el inventor vigués también hizo referencia a la aparición en el mercado de otros insonorizadores. "Cuando algo novedoso sale al mercado siempre hay personas que copian los modelos. Lo que no es ético es que hagan suya una idea que fue creada por otra", concluye.