El supuesto suicidio de la enfermera británica Jacintha Saldanha, de 46 años, nacida en la región de Mangalore (India) y residente en Bristol, víctima de una broma telefónica de los locutores australianos Mel Greig y Christian Michael, con fama de irreverentes, ha provocado un auténtico terremoto en el Reino Unido y en Australia.

El pasado martes, a las cinco y media de la tarde, los locutores suplantaron la voz de la reina Isabel II y del Príncipe Carlos y llamaron al exclusivo Hospital Rey Eduardo VII para preguntar por una paciente muy notable: la duquesa Kate Middleton, ingresada por náuseas debidas a su embarazo en ese centro desde la víspera. La enfermera Jacintha cogió el teléfono en recepción y creyendo que hablaba con la reina en persona, pasó la llamada a la habitación de la duquesa de Cambridge, donde otra enfermera detalló que la paciente se encontraba bien y dormía. Ése fue el origen de la tragedia.

Y el escándalo, lejos de detenerse, se expande como un reguero de pólvora. La cadena de supermercados Cole y otras importantes empresas han cancelado sus anuncios en la emisora 2Day FM, de Sidney, donde trabajan los dos locutores que gastaron la broma telefónica, que, al parecer, resultó mortal. Cole informó de su decisión a través de su página en Facebook, donde indica "que los australianos están realmente enfadados por las trágicas consecuencias de la falsa llamada. "Queremos comunicarles que hemos pedido a 2Day FM que retire todos los anuncios del grupo Cole", añade la nota. La compañía de telefonía Telstra también retirará sus anuncios de la citada emisora, al igual que las compañías Woolworths y Optus.

Aunque hasta la próxima semana no se conocerán las causas de la muerte de la enfermera, los medios británicos, que salvo el "Financial Times" han llevado la historia a sus respectivas portadas, especulan con un suicidio motivado por la alta tensión sufrida por la enfermera tras conocer el engaño público que había sufrido. "The Times" precisa que Jacintha, madre de dos hijos, fue encontrada muerta en las dependencias reservadas a las enfermeras en el hospital.

El asunto también ha traído consecuencias a los locutores. Según el "Daily Telegraph", la radio australiana ha suspendido de antena "hasta nueva orden" a los dos presentadores, pero esta emisora seguía difundiendo su farsa varias horas después de la muerte de Saldanha. La Policía tiene bajo vigilancia a esta emisora, que no es la primera vez que está en el punto de mira de la Administración australiana por "violaciones graves" de las reglas. Sus responsables sostuvieron ayer que no han hecho "nada ilegal".

El "Daily Mirror" alude al sufrimiento de la duquesa Catalina tras el suicidio de la enfermera burlada. El corresponsal real del "Mirror" va más allá y llega a temer que el bebé real, que será el tercero en la línea de sucesión, "se vea asociado de por vida a este espantoso acontecimiento". Si Catalina regresa al Rey Eduardo VII, donde es probable que dé a luz, "este recuerdo la perseguirá", dice. El tabloide cita también a un antiguo guardaespaldas de la princesa Diana, la madre de Guillermo, fallecida en trágicas circunstancias, y recuerda que siempre ha habido un protocolo para evitar este tipo de cosas.

El presidente del centro médico, lord Glenarthur, escribió ayer una queja formal al presidente del grupo Southern Cross Austereo (propietario de la emisora 2Day FM), Max Moore-Wilson, para condenar la llamada, de "consecuencias trágicas", según el escrito.

Lord Glenarthur lamentó ayer lo sucedido y dijo que "las consecuencias inmediatas de esas acciones malvadas y premeditadas fueron la humillación de dos enfermeras dedicadas que simplemente hacían su trabajo cuidando enfermos". "Las consecuencias a largo plazo se han hecho públicas por todo el mundo y, francamente, son trágicas más allá de las palabras", agregó.

En esa carta dirigida a la emisora australiana se indica también que "el Hospital King Edward VII se encarga de atender a enfermos, y fue extremadamente estúpido por parte de los presentadores siquiera plantearse mentir para acceder a uno de nuestros pacientes, y mucho más realizar la llamada". El hospital recalca que no había sancionado a la enfermera por lo ocurrido y portavoces de la familia real británica confirmaron que no habían presentado ninguna queja al hospital.