Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema adaptativo y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, que permite al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, sentir miedo es normal y beneficioso para el individuo y para su especie. Sin embargo, este rasgo útil puede convertirse en patológico cuando el desencademante no justifica la intensidad del sentimiento y ocasiona malestar y un fallo adaptativo. Este temor incontrolable y desproporcionado a objetos o situaciones €insectos (entomofobia), a los lugares cerrados (claustrofobia), a los espacios abiertos (agorobia), a volar en avión (aerofobia)€ puede llegar a ser limitante si el individuo tiene que enfrentarse a ese estímulo. Se calcula que entre un 5 y un 10% de la población padece algún tipo de fobia, por lo tanto, se trata de un trastorno psiquiátrico muy frecuente.

"Si tengo fobia a la gente y vivo aislado en el campo, no tendré problemas. Pero si vivo en la ciudad ocasionará un impacto muy grave en mi entorno e impedirá mi rendimiento. En este caso será una enfermedad", explica el psiquiatra Leonello Forti, presidente del Foro Gallego para el Estudio de la Personalidad.

La fobia está muy relacionada con la ansiedad y tiene un marcado carácter genético, es decir, hay una predisposición genética en la forma en la que cada persona gestiona el temor. Esto explica por qué unos individuos pueden desarrollar una fobia y otros no ante las mismas situaciones traumáticas o adversas, como puede ser el desempleo, aunque Leonello matiza que se trata de factores desencadenante y nunca causales. "Si no tienes predisposición, no desarrollarás una fobia", afirma.

Según Manuel Cardero Tabares, psicólogo clínico, la fobia es la forma de enfermar de individuos con una determinada personalidad. "En épocas difíciles, como esta de crisis que vivimos, la persona puede fortalecerse o por el contrario enfermar, unos se deprimirán y otros se harán fóbicos", explica. Cardero.

Las fobias más habituales en su consulta son la clautrofobia y la agarofobia, aunque también ha tenido pacientes con pánico a objetos más focales, como a atravesar un puente o a los ratonnes. "No sabemos qué desencadena una fobia, pero sí observamos que quien ha sufrido un ataque de ansiedad en un puente, por ejemplo, manifestará la fobia hacia los puentes. Es lo que llamanos aprendizaje por generalización. Para superarla, hay que enseñarle a superar ese miedo, pero también acabar con la fuente de ansiedad", afirma.

Para José Carlos Santos, psicoanalista, situaciones de inseguridad pueden intensificar los miedos y desencadenar una fobia. "La fobia suele ser un rasgo dentro de un proceso. Y en estos momentos, lo que aprecio es mucha inseguridad, pero también la crisis desanima a las personas a acudir a las consultas, por lo que podría haber más casos de los que realmente tratamos", asegura.