El jazz, el estilo musical nacido en New Orleans en los primeros años del pasado siglo XX, ya tiene su jornada con mayúsculas. La Unesco ha instaurado que cada 30 de abril se celebre su Día Internacional. Mientras en su cuna se celebraba un concierto ayer por todo lo alto, músicos españoles se citaban en la Plaza de España de Madrid para protestar tocando música. Entre ellos, el gallego Baldo Martínez, exdirector del Festival Imaxina Sons de Vigo y contrabajista con disco reciente titulado Projecto Miño donde una de sus improvisaciones homenajea en clave jazz al himno de Pondal.

Baldo Martínez reconoce que la conmemoración ha "pillado por sorpresa" a los músicos, al tiempo que añade que "está bien celebrar esta jornada porque contribuye a difundir más esta música". En la otra cara de la moneda, añade: "No quiero dar pena, pero en otros países se han organizado cosas y en este... No ha habido respaldo de la administración. Yo me enteré de la celebración hace tres semanas, otros músicos ni siquiera sabían que hoy era el día. La concentración en Madrid ha sido una iniciativa individual aunque razones hay de sobra para juntarnos".

La situación económica de los músicos de jazz es una de ellas. Los contratos con alta en la Seguridad Social por actuar en locales escasean hasta el punto de parecer ilusiones espectrales. Si bien, en los últimos años han nacido nuevos clubes donde escuchar esta música en directo, el público ha aumentado pero la precaria situación económica no permite contratar siempre a los músicos que tocan (entradas baratas y sin abarrotar en muchos casos), lo que incrementa la "inseguridad laboral".

Esta situación contrasta con la de los vecinos franceses. "Desde hace 30 años, explica Martínez, tienes que tener un número mínimo de trabajos al año, como unos 40; después tienes derecho al paro y a tener un subsidio. Son trabajadores por cuenta ajena que entre actuación y actuación ensayan, estudian y componen con una remuneración y dados de alta en la Seguridad Social".

En el mejor de los casos, músicos con cierta consideración en los círculos pueden cotizar haciendo malabarismos para acabar jubilándose a los 78 años con el 100%; es decir, con 710 euros al mes. Esta pensión no es para echar cohetes pero muy pocos músicos de jazz profesionales podrán llegar a ella.

"A mí, me gustaría ser considerado un trabajador, tener contratos con Seguridad Social siempre", desea el guitarrista Felipe Villar, que critica el "intrusismo laboral" de músicos no profesionales que tocan gratis o con cachés bajos. Para luchar contra esto, ha nacido la Asociación de Músicos ao Vivo, explica Villar, coordinador del Festival de Jazz de Nigrán que se celebrará los días 10 y 11 de agosto con un "programa de nivel internacional".

Del que no ha trascendido nada es del Imaxina Sons de Vigo, que organiza el Concello. En pasadas ediciones, como la de 2010, a finales de abril, el público ya conocía qué artistas actuarían. El departamento de Cultura no ha confirmado que se vaya a realizar pero tampoco que se caiga de los actos.

Su director, Nani García, al igual que Baldo Martínez, asegura que el Imaxina Sons es una rara avis en los festivales españoles. Mientras en el vigués, la filosofía es que el 50% de los músicos sean españoles (con alta presencia de gallegos); en otros certámenes, la presencia española es residual. Es el caso del Festival de Vitoria donde solo habrá una actuación española este año frente a las 16 anunciadas. García reconoce que "es cierto que hay dificultades para tocar; creo que ayudaría el poder organizar las cosas con tiempo, comisionando incluso proyectos".