El conocimiento del océano ha obsesionado al hombre durante siglos. Mucho han cambiado sus métodos desde que Alejandro Magno se lanzase al mar dentro de un ingenio de cristal o Da Vinci diseñase las primeras aletas y tubos respiratorios en el siglo XV. Pero el mayor salto tecnológico se ha producido en la última década gracias a robots cada vez más avanzados y potentes sistemas de perforación que empiezan a desvelar los secretos de los océanos profundos, el mayor ecosistema de la Tierra y también el más desconocido. Tania Lado (Arteixo, 1979), estudiante doctoral en la Universidad de Rhode Island (EE UU), forma parte de esta comunidad científica que trata de extraer toda la información que atesora el subsuelo submarino.

Licenciada en Ciencias del Mar por Vigo, inició su carrera investigadora en el ámbito de la genética y estudió la de las corallimorpharias durante una estancia en la Universidad de Puerto Rico-Mayagüez, pero una beca de la Barrié le brindó la oportunidad de empezar de nuevo en otro ámbito, la ingeniería oceánica, y en la universidad más antigua de EE UU en esta disciplina "La beca fue una carta blanca. Siempre me gustó la parte matemática de las cosas y, al final, todas las piezas encajaron", señala.

Llegó a Rhode Island en 2007 para hacer un máster y actualmente trabaja en su tesis doctoral bajo la tutela de la científica de renombre internacional Kate Moran, que lideró la primera campaña que perforó el corazón del Ártico en 2004: "El Gobierno de Obama la fichó como asesora y formó parte del grupo de expertos que frenaron el vertido del Golfo de México. Le ofrecieron seguir, pero ahora dirige NEPTUNE Canadá, uno de los primeros y más potentes observatorios oceánicos del mundo".

Durante este tiempo, Tania ha colaborado en proyectos del prestigioso programa internacional IODP. Entre septiembre y noviembre del año pasado, participó en su primera gran campaña oceanográfica: una expedición que perforó la dorsal meso-atlántica en busca de nuevas formas de vida microbianas. Era la única experta en propiedades físicas embarcada en el JOIDES Resolution, el segundo mayor perforador del mundo y a bordo del que semanas después, apunta ella, su antiguo profesor en Vigo Javier Hernández codirigió otro estudio internacional en el Golfo de Cádiz.

Son misiones que requieren de enormes inversiones y en las que no falta la divulgación. "Mientras los científicos están en el buque se ofrecen conferencias a través de internet. Un chico de origen mexicano y yo conectamos con el campus de Ferrol y con un colegio de Cee. Los niños abrían la boca mientras les explicábamos lo que hacíamos y nos hicieron muchísimas preguntas. Es una labor superimportante y muy gratificante", destaca sobre la necesidad de educar a los más pequeños en la ciencia y el emprendimiento.

Esta inquieta científica que, en broma, no duda en calificar de "raro" su heterogéneo currículo, ultima la tesis con tres de sus diversos proyectos. Uno de ellos está relacionado con el diseño del SCIMPI, un pequeño observatorio de subsuelo más barato que los sistemas de medición actuales. "Tiene una autonomía de dos años, al cabo de los cuales puedes recuperar la información y renovar las baterías, pero también pretendemos conectarlo con tierra para recibir datos en tiempo real. Sería un laboratorio low cost en zonas de interés para el estudio de deslizamientos submarinos que pueden llegar a producir tsunamis o formaciones de hidratos de gas", explica.

Para el segundo proyecto utiliza los corales fósiles recogidos por el IODP en 2010 en la Gran Barrera australiana. Se trata de un material "muy valioso" porque constituye un registro de climas pasados y resulta complicado conseguir permisos para perforar en estas zonas. Por ello, Tania trata de mejorar el proceso de extracción: "Utilizo técnicas de inteligencia artificial para crear un sistema que, a partir de toda la información recogida, sea capaz de predecir la composición del sedimento calcáreo y determinar si se debe seguir perforando o no".

La tesis se completa con el estudio de sedimentos recuperados en zonas muy profundas del Pacífico que permiten reconstruir la salinidad de hace veinte mil años, cuando se produjo el último máximo glacial. "Los océanos tienen una importancia enorme en los sistemas terrestres y para estudiar el cambio climático es muy interesante conocer las paleosalinidades", explica.

A Tania aún le queda tiempo para seguir colaborando con la profesora de Vigo Soledad García y estudiar la Ría a bordo del buque Mytilus de Investigaciones Marinas-CSIC. Sin embargo, ve complicado el regreso: "Aquí tengo ofertas, pero ninguna en España. Venir a EE UU cambió totalmente mi vida y considero Rhode Island mi segunda casa, pero es un poco triste que mi nombre siempre aparezca vinculado a una institución extranjera. Somos muchos los que querríamos volver en algún momento para que lo que hacemos repercuta en Galicia".