"Leo en internet –escribe el actor y director de teatro argentino Marco Canale– que la primera masacre se produjo en Colombia en 1928, cuando el ejército colombiano masacró a mil trabajadores de la United Fruit Company; y que 81 años después, en 2009, la justicia colombiana pidió la extradición de doce altos directivos norteamericanos de la compañía por financiar a una red paramilitar que causó 11.000 asesinatos. Esto demuestra que las masacres no tienen que ver con la lucha antiguerrillera o antiterrorista, sino con la tierra y los terratenientes, y con los intereses económicos de empresas como Chiquita Brands o la española Repsol que accedió a los grandes yacimientos de Capachos mientras el ejército y los paramilitares asesinaban, torturaban y desplazaban a 7.000 personas frente a sus narices".

El texto se recoge en la obra La puta y el gigante editada por la vasca Artezblai, dirigida, escrita e interpretada por Canale, quien ayer inauguró con ella el Festival Isto Ferve de Vigo en la sala Ensalle, donde volverá a ponerla en escena hoy (22.00 horas) y mañana (21.00 horas), con la entrada a nueve euros.

A sus 35 años de edad, el argentino se ha caracterizado por una prolífica obra pensada desde su corazón para tocar el de los lectores o público teatral con obras como "La alambra" donde denunció el abuso sexual sistemático en su familia. Lo suyo es el teatro de denuncia social, ese que hace reflexionar sobre la falta de atrevimiento que sufrimos todos desde hace años en esta parte del planeta. "Porque antes la gente estaba dispuesta a jugarse la vida. Dispuesta a correr los mismos riesgos. Y nosotros, todos los que estamos adentro de este jodido teatro, no lo estamos. Y me gustaría que se entendiera literal y metafórica, la palabra teatro", señala el mismo Canale en su pieza teatral.

En esta, la denuncia se lanza contra un periódico español (El País) y varios periodistas, pero también contra una articulada red de informadores, lectores, políticos (Álvaro Uribe, gobernador de una región colombiana y presidente del país, después), activistas, empresarios y asesinos (ejército, paramilitares, guerrilla, FARC...) que contribuyen –cada uno con una aportación de diferente tamaño– a la aniquilación de miles de personas que aspiran a vivir con libertad en la tierra heredada de sus antepasados sin que una pistola o un machete los desplace.

"Los periodistas escriben lo que les mandan. Y nuestra palabra suele ser un largo y fiel lamento", prosigue Canale quien viajó por Colombia anotando masacres y víctimas para recordarlas en esta cruda obra de teatro, veraz y sonora contra el silencio de meretrices periodistas.