Para lo bueno y para lo malo, el Mobile World Congress de este año ha empezado con fuerza. La crisis está golpeando sin tregua a todos los sectores, y pese a que el tecnológico en general, y el de la telefonía móvil en particular, están capeando el temporal no está claro de qué manera se va a desarrollar este nuevo año.

Un año más parece que este será el del despegue definitivo de la tecnología NFC, un nuevo sistema que nos va a permitir olvidarnos de las tarjetas de crédito y poder realizar pagos utilizando el móvil para ello. Pero esto es algo que la industria lleva años contando y el público en general empieza a ver este nuevo método de pago como una fábula más que como una realidad. Si bien es cierto que son cada vez más las empresas tecnológicas y de telefonía que apuestan por este sistema, la realidad nos demuestra que de momento la economía de la calle, la de la tienda de barrio, no está por la labor de pasarse al pago con el móvil.

Pero si algo trae consigo un evento de esta magnitud son las numerosas novedades en forma de nuevos terminales.

Nokia, la otrora todopoderosa líder mundial de dispositivos móviles intentará este año seguir remontando el vuelo gracias a nuevos terminales inteligentes. Stephen Elop, presidente y consejero delegado de Nokia decía en una multitudinaria y madrugadora rueda de prensa que "hace un año comunicábamos que Nokia se embarcaba en un nuevo viaje con el objetivo de lograr una nueva generación de móviles inteligentes, hoy, estamos demostrando que gracias a nuestro esfuerzo, Nokia puede avanzar aún más rápido."

A la finlandesa se le ha unido en la presentación de nuevos y prometedores productos la recién nacida Sony, y es que hace tan solo unos días que la unión entre Sony y Ericsson ha pasado a mejor vida. El gigante nipón, dueño único y absoluto de toda la tecnología móvil de Ericsson ha anunciado tres nuevos teléfonos inteligentes, pensados para luchar en la dura batalla de las ventas tanto en el segmento de teléfonos de gama alta, como media o baja. Junto a sus nuevos terminales han presentado una integración total con todos los dispositivos que ya tienen en el mercado: ordenadores personales, tabletas, sistemas de ocio –PlayStation– y televisores.

Aunque si este año está habiendo una auténtica triunfadora, esa es Telefónica. La compañía española de telecomunicaciones se ha convertido por méritos propios en la primera teleoperadora europea, sobrepasando eterna líder del sector, la alemana Deutsche Telekom. Telefónica cumple en 2012 veinte años desde que iniciara su aventura empresarial en latinoamérica, con la compra de una pequeña compañía chilena. Las críticas de entonces por invertir en una zona inestable política y económicamente la han llevado a conseguir un crecimiento y liderazgo absoluto en toda latinoamérica, llegando incluso a asomarse al mercado norteamericano. Las críticas, convertidas veinte años después en elogios hacia su presidente César Alierta, han desaparecido y la agresiva política de expansión han convertido a la teleco española en una de las más importantes del mundo.

El terremoto se producía ayer por la tarde, cuando el presidente y consejero delegado de Intel anunciaba a través de videoconferencia que el gigante norteamericano entra de lleno en el concurrido mercado de la telefonía móvil. El anuncio hecho hace tan solo un mes en el CES de Las Vegas ha sido reafirmado con detalle, dejando en estado de shock a toda la industria. Merced a acuerdos de colaboración con Motorola, Lenovo, ZTE, Orange, Lava y Visa la compañía líder en el sector de los procesadores para ordenadores pasará a proveer también procesadores para smartphones, consiguiendo así que el sector entre en una era desconocida hasta ahora. Los nuevos procesadores más pequeños, potentes y con un menor consumo energético abren el camino hacia los teléfonos inteligentes del futuro, un futuro que podríamos ver antes de lo que pensamos.

Mientras todo esto ocurría en el recinto ferial barcelonés, el transporte público de la ciudad condal amenazaba con una huelga que finalmente quedó desconvocada. Pese a este pulso con la administración e incertidumbre en las primeras horas de la jornada, se garantizó el trasporte público al evento de decenas de miles de asistentes de todo el mundo. La crisis económica mundial ha provocado que el metro de la ciudad transporte más ejecutivos que nunca. Al contrario que en otras ediciones, en los que se veía alguna corbata que otra, en esta ocasión la falta de presupuesto ha provocado que la mayoría de las empresas tecnológicas del planeta hayan cambiado los coches privados y las limusinas por billetes de metro. El resultado: vagones repletos de trajes que, afortunadamente, han llegado puntuales a su cita tecnológica los pies de la fuente mágica de Montjuic.