Si la última campaña turística de la Xunta pretende revelarle al resto del mundo los secretos de Galicia, quizá debería empezar por los 127 que esconden sus bosques, en algún caso, desde hace casi mil años. Entre el innegable patrimonio verde que distingue a la comunidad destacan por méritos propios un conjunto de árboles y formaciones boscosas que, precisamente por su singularidad, deben ser preservadas de amenazas externas por el interés histórico, ecológico, científico o incluso ornamental de estos ejemplares. Los primeros pasos desde la Administración para evitar que este patrimonio se pierda, con todo, son relativamente recientes. La Lei de Conservación da Natureza de 2001 creó el llamado Catálogo Galego de Árbores Senlleiras pero no fue hasta seis años más tarde cuando el Gobierno bipartito aprobó el decreto que lo ponía en marcha y regulaba su funcionamiento.

En aquel primer catálogo –que desde el año 2007 no se ha vuelto a actualizar– la Xunta identificó un total de 127 "árbores senlleiras" en toda Galicia, en su mayoría en las provincias de A Coruña –49– y Pontevedra –40–. Pero su número crecerá considerablemente en breve. La Dirección Xeral de Conservación da Natureza ultima una orden que actualizará esta lista, de la que pasarán a formar parte más de 50 nuevos árboles y formaciones boscosas que ya han recibido el visto bueno del Comité de Árbores Senlleiras. Y como el catálogo está abierto permanentemente a la incorporación de nuevos ejemplares, siguen llegando solicitudes de particulares y expertos; las más recientes, 42 que serán evaluadas por los miembros del Comité para decidir si realmente son merecedoras de formar parte de este muestrario.

Entre los ejemplares que ya han recibido la consideración de especie senlleira destacan algunos tan conocidos como O Avó de Chavín (Lugo), un eucalipto blanco de 70 metros de altura y 8 de perímetro considerado por los especialistas como el más alto de su especie en toda Europa. Pero también hay otros quizá menos visitados pero que pueden presumir de haber vivido caso un siglo, como el castaño de Rozabales, en Manzaneda, que con una antigüedad estimada de casi 900 años está considerado uno de los árboles más longevos de Galicia, y el alcornoque del pazo de Valiñas, en A Estrada, de 250 años y 22 metros de altura.