Los jóvenes están cada vez más enganchados a internet y las relaciones que surgen de la red tienen sus riesgos; un amor virtual puede prestarse a engaños y acabar en acoso. Una joven viguesa de 29 años ha sido una de las últimas víctimas de un amor obsesivo por parte de un enamorado que saltó de la red a la vida real y, además, resultó ser menor de edad.

Se conocieron en una partida multitudinaria de PlayStation el pasado mes de febrero. El joven colombiano la engatusó y le contó una vida plagada de mentiras, desde que se encontraba solo en la vida porque su madre había muerto a su edad: tenía 16 años y aseguró que pasaba de los 20. Se hicieron buenos amigos y pasaron a contactar en el messenger y en las redes sociales, donde intercambiaron fotografías y teléfonos. Cuando llegó el momento de conocerse, su enamorado empezó a poner excusas para evitar los encuentros.

"Me llegué a enamorar de él. Ahora se que la única verdad que me contó es que vivía en Barcelona". El engaño se descubrió hace poco: gente que conocía al adolescente y que contactaban en las partidas de PlayStation advirtieron a la joven de que era menor de edad. "Me lo negó y envió por messenger un DNI en el que figuraba que tenía 20 años, aunque resultó falso", explica la víctima.

Para saber la verdad la viguesa habló por teléfono con la madre y un tío de su enamorado colombiano. Ambos confirmaron que lo que ella sospechaba era cierto. Entonces la joven se disculpó con la madre del menor y cortó toda relación con él.

El pasado domingo por la noche el adolescente se presentó en Vigo. La llamó desde la estación de tren para le que enviara un taxi a recogerlo y como no lo hizo, se plantó delante de su casa. La chica vio desde su ventana como se quedaba plantado al otro lado de la calle y allí seguía a la mañana siguiente. Alertó a la madre del menor, que no se mostró muy preocupada y ni siquiera había denunciado la desaparición de su hijo. La joven salió de casa y él la seguí a todas partes, su teléfono sonaba constantemente y, entonces, le ofreció pagarle el billete de vuelta a Barcelona pero no quiso. Finalmente recibió otra llamada del adolescente que le anunciaba que pensaba quitarse la vida. Entonces, llamó a la Policía: "No quise denunciar el acoso, pero no podía quedarme quieta ante la amenaza de suicidio aunque fuera falsa. Tenía sólo 10 euros y ningún lugar donde dormir. Me aseguró que su familia pasaba de él y quería crearse aquí una nueva vida".

Cuando los agentes llegaron su enamorado había desaparecido de delante de su casa, pero enseguida la llamaron del Hospital Xeral. Estaba en Urgencias, con un corte en una mano que se había hecho por la tarde con un alambre de espino y pedía que fuera hasta allí. No lo hizo, pero sí envió a la Policía que se ocupó de darle comida y alojamiento aquella noche. Su madre manifestó que no podía perder un día de trabajo para venir a buscarlo a Vigo, así que la víctima pagó el billete de tren de vuelta, aunque su madre se lo reintegro. La Policía lo subió al tren con una mochila en la que llevaba una libreta con el nombre de su amor pintado de forma obsesiva, viajó a cargo del revisor que se lo entregó a su madre en la estación catalana. "Sigo jugando a la consola porque, afortunadamente, no pasó nada grave. Ha sido una mala experiencia y ya sé que no me puedo fiar de la gente", reflexiona la víctima.