En junio del pasado año recibió de manos de la reina Isabel II de Inglaterra la Orden del Imperio Británico por su contribución a mejorar la salud de los ciudadanos británicos y sus aportaciones a diversas obras de caridad. Pero no es su mayor logro. Afincada en Mallorca desde el año 2006, vive, trabaja y se preocupa por los hábitos alimentarios de miles de compatriotas que un día confiaron en ella. Margaret Whittaker (Derbyshire, 1948) fundó de la nada la asociación Slimming World, el mayor grupo de adelgazamiento del Reino Unido. Su método, utilizado por más de cinco millones de personas, fue revolucionario en su día y aún hoy, cuarenta años después, gana adeptos.

-Sin duda es usted una mujer de éxito.

-Soy muy afortunada, he tenido mucha suerte. Nada en mi vida estaba planificado. Pero es verdad que nací con unos genes inquietos que me obligan siempre a exigirme más. Soy poco conformista.

-No lo tuvo fácil...

-Mis padres eran gente humilde que hicieron el mayor de los esfuerzos por darme la mejor educación. Desgraciadamente dejé la escuela pronto porque había que trabajar. Necesitábamos el dinero.

-Se casó a los 16 años, embarazada...

-Y enamorada. Ahora no lo haría. ¡Fue una estupidez! Pensé que mi vida se reduciría a ser una madre con su bebé. Pero mi marido me abrió los ojos. No iba a permitir que me pasara todo el día en casa.

-Tampoco hubiera podido...

- Es cierto, odio estar aburrida. Por eso no era feliz haciendo de secretaria o de dependienta. Mi inteligencia me pedía mayores retos y no había nada en el mercado que me llamara la atención. Así que decidí crear un negocio a mi medida y con el que pudiera divertirme.

-Nada hacia presagiar que su método de adelgazamiento se convertiría en 1969 en toda una revolución...

-Estaba cansada de hacer dietas sin resultado. Vivía preocupada con mi sobrepeso y me dedicaba a leer libros de nutrición. Entonces llegó al Reino Unido el método Baywatches (la dieta de los puntos) y me apunté a una de sus charlas. No me gustó su funcionamiento. No había motivación, trataban a los gordos con desprecio... vamos, no era lo ideal. Así que pensé que se podía hacer de otra manera.

-Y dio con la gallina de los huevos de oro.

-¡Pero es que se puede adelgazar! Con esfuerzo y entrega todo se logra. Y no hay que pasar hambre. Al contrario. Se trata de saber elegir bien los alimentos y combinarlos, sin restricciones.

-¿Se puede comer chocolate?

-Claro, pero no abusar. En Slimming World hemos clasificado los alimentos en tres partes: alta densidad, media densidad y baja densidad. A partir de unas pautas, todos podemos comer de todo. De lo contrario no seríamos felices. No hay peor pesadilla que sentirse siempre con el estómago vacío.

-¿La clave?

-Optimizar al máximo la comida que se ingiere. En la variedad está el gusto.

-Debe haber algo más en su organización para que más de cinco millones de personas respalden su éxito...

-Sí. El trato directo, la forma de hablarles y de motivarlos. Y luego que el método funciona. En estos cuarenta años esas personas han perdido un total de 27.000 kilos. Y no sólo eso. Han ganado en hábitos saludables.

-¿Por qué la mayoría de sus clientes son mujeres? ¿Tienen más conciencia de su cuerpo?

-Es una pregunta con difícil respuesta. No lo sé. Creo que se trata de algo cultural y que los hombres tienen otro modo de verse y de mirarse al espejo. Pero los chicos que han estado con nosotros han logrado su propósito.

-¿Era consciente de que a sus 21 años ganaba miles y miles de libras?

-No fue así al principio. Todo lo que ingresábamos lo reinvertíamos en el negocio. Y después, como iba bien, decidí hacer algo por los demás. Por eso creé paralelamente una asociación solidaria. Todos los años donamos mucho dinero a entidades que cuidan a los niños con problemas.

-Hasta la Reina de Inglaterra ha reconocido su talento...

-Fue algo emocionante. Recibir la Orden del Imperio Británico ha sido una de las cosas más importantes de mi vida. Me ha dado una motivación extra para seguir adelante con diferentes proyectos.