Cartel de lujo, de plaza de primera. Llenazo en los tendidos. Tarde de sol. Ambiente festivo. ¿Se puede pedir más?, pues sí, ¡que haya toros!, y que éstos embistan, pero no, el encierro de Alcurrucén más parecía una manada de cabestros inválidos que unos toros bravos de lidia. Ni casta ni fuerzas. Mínimamente se salva el segundo de la tarde, los demás, nada de nada. Tanto que no parece exagerado afirmar que si no se hubiera devuelto a corrales el inválido (por falta de visión en su ojo izquierdo) que salió en quinto lugar, hubiera dado el mismo juego que sus compañeros, o sea, ninguno.

Y no es la primera vez que esto sucede. A la mejor terna del cartel de la feria se le "obsequia" con el ganado de peores condiciones. Hace ya tiempo que Alcurrucén está pidiendo a gritos medidas para mejorar un encaste venido dramáticamente a menos, pero es que lo de ayer rozó el esperpento, con toros justos de peso, pero que ni con esos escasos kilos podían, ya que a la segunda carrera resoplaban como si llevasen horas en el ruedo.

No es que no tuviesen peligro, es que ni siquiera tenían fuerza para provocarlo, y eso que los diestros les retaron, pero nada más salir del caballo las fuerzas que les quedaban eran las justas para impedir su caída antes de la suerte suprema.

Y a falta de toros, El Juli se olvidó de su reciente ortodoxia para apelar a sus orígenes de riesgo, emoción y tremendismo. Conocedor como pocos del ambiente que suele poblar los tendidos del coso pontevedrés, supo darle al público lo que demanda. Se echó al monte y con muchas ganas de agradar logró al menos salvar una tarde destinada al aburrimiento.

No consiguió del todo su objetivo en el primer toro de su lote, el único con unas mínimas condiciones para la lidia, al estrellarse con la rigurosidad del presidente, que le negó la segunda oreja en medio de la correspondiente bronca, pero sabía que la segunda oreja caería a nada que hiciese en el quinto, como así fue. Esas dos orejas, único botín de la primera de feria de la Peregrina, le permitieron salir una vez más por la puerta grande.