Si, como dice Valle, "no es casual que Galicia cuente con una catedral de la envergadura de la de Santiago", tampoco lo es que, junto a ella, surgiesen otras como la de Lugo, Ourense, Mondoñedo o Tui. Precisamente esta última encabeza el listado de los cinco monumentos más "significativos" de la provincia pontevedresa, a juicio del director del Museo de Pontevedra. Todos ellos han sido declarados bienes de interés cultural.

La construcción de la catedral de Tui se inició en el siglo XII y, si bien los historiadores opinan que adoptó el modelo estructural de Santiago, después sería todo su entorno el que se miraría en ella, a uno y otro lado del Miño, para levantar numerosas iglesias parroquiales y conventuales. Su sala capitular está considerada como la mayor de las catedralicias en España y los expertos destacan las innovaciones en los volúmenes de su fachada, que da impresión de sobriedad y de carácter defensivo. En su interior, todavía pueden contemplarse capiteles zoomórficos, aunque muy deteriorados.

El resto del ranking de Carlos Valle está acaparado por los monasterios: el de Carboeiro (en el concello de Silleda), el de Aciveiro (en el de Forcarei), el de Armenteira (en Meis) y el de Santa María de Oia (en Oia).

El de San Lorenzo de Carboeiro, enclavado en el entorno natural del Deza, del que sólo se conserva la iglesia, es una obra del románico tardío y también parece seguir la influencia de Santiago. Así, los expertos mencionan la fachada que incluye los 24 ancianos del Apocalipsis con sus instrumentos, como se ven en el Mestre Mateo, de modo que la obra se le atribuye a un discípulo suyo, al que llaman "o mestre de Carboeiro".

También inspirado en Santiago, cerca del agua y en un entorno solitario, entre las sierras de Penas y del Candán se ubica el monasterio de Santa María de Aciveiro. En el interior del templo (el monasterio está habilitado como hostal-monumento) destaca un falso triforio, no usual en los cenobios del Císter gallegos, aunque la fachada ya no deja traslucir nada de sus orígenes románicos.

La del monasterio de Santa María de Armenteira es de las pocas iglesias cistercienses que conservan su fachada original románica, y en buen estado. Curiosamente, además de que su elaboración remite a pautas borgoñesas, su cimborrio está cubierto con una cúpula propia del arte almohade –el único caso en Galicia–, lo que hace sugerir la presencia de maestros musulmanes. En el monasterio hay una pequeña comunidad de monjas cistercienses y existe una hermosa leyenda sobre cómo el abad Ero se quedó escuchando el canto de un pájaro y descubre que han pasado 200 años.

Por lo que respecta al monasterio de Santa María de Oia, donde se desarrolló la comunidad monástica más importante de la diócesis de Tui, cuenta con una apariencia de fortaleza y una original ubicación –al menos para el Císter– a la orilla del mar. También destaca por la presentación escalonada de las cinco capillas de su cabecera. Felipe IV concedió al monasterio el título de Real porque en 1624 los monjes lograron desbaratar un ataque de la flota turca. Tras la Desamortización de 1835 pasó a ser de propiedad privada, aunque su iglesia funciona como templo parroquial.