Paco Ibáñez mantiene intacta su capacidad de indignación ante las cosas que considera injustas y su pasión por la música y la poesía. El cantautor valenciano lo demostrará el miércoles en Vigo, donde ofrece un concierto en el Teatro Caixanova invitado por la Asemblea Republicana de Vigo, Amigos de la República.

–¿Qué significa Galicia para usted?

–Como todas las cosas, se resumen en tenerles simpatía o no. A mí, cuando pienso en Galicia se me forma una sonrisa dentro. Hay algo telúrico, impresionante y tiene su lengua, que yo tanto defiendo. En realidad defiendo todas las lenguas y todos los idiomas del mundo excepto el inglés, que está cargado de desastres. Siempre tengo nostalgia al marcharme de Galicia.

–La lengua gallega, para muchos, no vive su mejor momento.

–Esto se debe a la crisis cultural, que ha cerrado los cerebros de la gente con muchas tonterías. Si nos olvidamos de la lengua madre, muy mal andamos. Galicia no puede olvidar que primero es Galicia y después España. Me preocupa tanto la situación lingüística en Galicia que, si es necesario, voy a emprender una acción con Miro Casabella.

–¿Qué tipo de acción?

–Iremos de aldea en aldea defendiendo el idioma con un eslogan del tipo "Galicia, despierta, no olvides que tu idioma es el gallego".

–En este concierto, ¿aprovechará para reivindicar la lengua gallega con su propia voz?

–Sí claro, cantaré un poema de Antonio García Teixeiro "Que ocorre na terra? / Que ocorre rapaz? Se son pesadelos, / eu quero espertar" (canta) que es una canción sobre la defensa de la tierra, que mucho lo necesita. También tengo un poema de Celso Emilio Ferreiro, "Chove, chove".

–No se cansa Paco Ibáñez de liderar la lucha...

–Es como un deber ciudadano, pero no creas que no me fastidia tener que evidenciar cosas tan básicas.

–¿No se fía de que esa lucha la lleven a cabo las nuevas generaciones?

–Los jóvenes de hoy luchan menos porque les han desorientado, les han robado una cultura y atiborrado de fútbol y rock. Así es como, al final, se olvidan de ellos mismos y luego, cuando ya es demasiado tarde, se dan cuenta de lo imbéciles que fueron.

–Viene a Galicia invitado por los Amigos de la República. ¿Qué significa hoy ser amigo de la República?

–La República, como Galicia, es una palabra que me cae simpática. No hay que mirar atrás, a la República que nos robaron. Lo que yo quiero rescatar es el espíritu de la República, aquel en el que el pueblo entero se levanta, unido por una sed de saberes, con unos sentimientos y unas emociones comunes. Ese espíritu es el que te mantiene vivo y en pie de guerra.

–¿Qué le han dado los años?

–Me han dado muchas satisfacciones y muchos disgustos. Pero bueno, la vida es un árbol que al final da sus frutos. Con los años te vas quitando la hojarasca; todo aquello que es inútil, y vas depurándote y quedándote con lo esencial, como hacen los poetas.

–¿Le han robado algo?

–Puedo decir que no me he sometido a presiones de ningún tipo, ni políticas ni económicas. Sólo he querido saber y comprender las cosas y recordar a la gente que no se deje engañar. Sigo tocando la guitarra y entusiasmándome y creo que tengo algo que ofrecer.

–¿Qué música escucha usted, le atraen los jóvenes cantautores?

–A mí me gusta toda la música, desde la clásica a las canciones de todo el mundo; el folclore tradicional. Ahora mismo no sabría hablar de ningún cantautor en concreto, pero el mundo no acepta que dejen de existir, así que el futuro está asegurado.

–¿Y la poesía actual, le conmueve como la clásica?

–Canto a una poetisa madrileña, Fanny Rubio, y de vez en cuando encuentro a alguno nuevo que me hace volar, pero con los que de verdad tengo que cerrar la ventana es con los clásicos Neruda, Goytisolo, Alberti...

–¿Qué hace cuando no canta?

–Tengo en mi casa un taller de ebanistería, oficio que aprendí de mi padre, y allí paso muchas horas. Acabo de terminar unas castañuelas para un jardín botánico de Córdoba y también una cajita para enviar unos discos, que siempre es mejor manera que en un sobre.