Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950), hijo del periodista gallego del mismo nombre, que solía firmar como “Augusto Assía”, acaba de publicar “1492. El nacimiento de la modernidad” (Debate), donde marca nueve hitos en torno a esa fecha que definieron el devenir de la historia, entre ellos la caída de Granada, la expulsión de los judíos de España, el descubrimiento de América, la delimitación de las fronteras del Islam en África, el auge de Rusia en el extremo oriental de Europa y la renuncia de los emperadores chinos a la exploración del resto del mundo. Fernández-Armesto, catedrático de Historia de la Universidad Notre Dame de Londres, combina la docencia con la publicación de trabajados en los que siempre aborda la materia desde un punto de vista original y se preocupa por aspectos que no llaman tanto la atención de sus colegas de profesión. Es autor de libros como “Millennium”, “Introducción a la fotointepretación”, “La lucha por controlar la naturaleza” e “Historia de la comida”. Él mismo se sabe un provocador. Y le gusta. Dice que la tarea del profesor es precisamente ésa, provocar.

-¿Se puede cifrar en sólo un año en nacimiento de la modernidad?

-Por supuesto que no, es un título del que echo la culpa a los traductores. La modernidad es algo que fluye constantemente y cambia de un momento a otro. Cada momento tiene su propia modernidad, así que no me atrevería a decir que tal cosa naciese en un momento determinado. Lo que sí ocurre en 1492 es que se hacen visibles alguno de los rasgos fundamentales del mundo que habitamos, del mundo moderno, del mundo actual. Es curioso, porque lo normal en la Historia es que las cosas ocurran a través de unos procesos más o menos largos y no suelen darse acontecimientos de enorme alcance en un sólo año. Uno de los ejemplos más claros es que 1492 es el inicio de un mundo ecológicamente unido.

-Es el año del descubrimiento de América.

-Es el descubrimiento de los códigos de los vientos, lo que dio lugar a otros viajes y a ese mundo que conocemos todos, en el cual no quedan ya culturas aisladas sino que todas esas culturas antes desvinculadas han venido a ser comunicables entre si. Es importante esa unidad ecológica y medioambiental porque hasta ese momento, y durante unos 130 millones de años, las formas de vida, las semillas, las plantas, los microbios y hasta los animales y los seres humanos habían experimentado un proceso de involución divergente a través del cual cada continente tuvo sus propias especies. Desde 1492, ese proceso de 130 millones de años se puso al revés e hizo posible un mundo ecológicamente unificado.

-China era entonces el gran motor del mundo.

-Siempre lo había sido. Otra de las enormes revoluciones mundiales de 1492 es que, gracias a los viajes de Colón, los recursos del Nuevo Mundo vinieron a ser accesibles a las potencias europeas y ese enorme bache que había habido en términos culturales y económicos y del poder de los respectivos Estados de esas zonas del mundo, que siempre había favorecido a China frente a Europa -hasta entonces un rincón del mundo desdeñable y olvidado- dio un vuelco en su favor.

-¿Cree que China está recuperando ahora ese papel preponderante?

-China ha ejercido el liderazgo del mundo a través de la Historia, como potencia política, cultural y económica, y esa fase relativamente corta que se inició en 1492 parece que está tocando a su fin y estamos viendo a China recuperando su posición de liderazgo mundial.

-¿Considera que vivimos tiempos de decadencia que puedan requerir un nuevo Savonarola?

-No, ni en 1492. Savonarola, aunque presagió cosas que luego fueron normales y corrientes en la cultura europea, no era necesario en ese momento. Pero, si tenemos que elegir un Savonarola, un reformista de esos inflexibles y dogmáticos como él, yo apuesto por la decadencia.

-¿Ve signos de decadencia hon en día?

-Mucha gente piensa que vivimos tiempos de decadencia, sobre todo los viejos como yo (risas). Es una cuestión de óptica.

-Este libro parece un libro de viajes.

-Pues muchas gracias. Es lo que intentaba lograr: el tono, la voz, la atmósfera, el sentido de un libro de viajes. Lo que hecho ha sido procurar acompañar a viajeros auténticos de ese mismo año, porque Colón era tal vez el más importante, pero había un montón de viajeros interesantes que intentaron también viajes de gran alcance y aventuras de gran sabor, y quería introducir a los lectores en algunos de esos viajeros ya olvidados.

-Se le considera un intelectual atípico, poco académico.

-Es un halago, muchas gracias. Siempre intenté ser un intelectual de esa índole pero no quisiera halagarme a mi mismo diciendo que había logrado serlo. Yo siempre procuro ser diferente y decir cosas sorprendentes y provocar, porque, a fin de cuentas, soy un profesor, una persona dedicada a la enseñanza, y la esencia de la enseñanza es provocar, estimular y hacer pensar a los alumnos. Soy muy atípico en el sentido de que soy muy atrevido, de lanzar teorías que a veces se consideran disparatadas y provocadoras. Y a veces acierto e inicio nuevos temas de investigación, y es la única justificación que tengo al optar por ese tipo de desafío al resto del mundo intelectual.