“África necesita un modelo de Estado híbrido, mestizo, mezcla de tradición y modernidad, porque el Estado occidental ha fracasado”. Esta fue una de las tesis que defendió ayer en el Club Faro Mbuyi Kabunda, profesor del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y doctor en Relaciones Internacionales. Para Kabunda, director del Observatorio de Estudios sobre la Realidad Social Africana de la UAM, “ha llegado Ia hora de los Estados Unidos de África”.

El experto de origen congoleño, que fue presentado por José Mª García Miguel, profesor titular de Lingüística General en la Universidad de Vigo, se mostró partidario del “panafricanismo”, ya que, en su opinión, “ningún país africano puede conseguir el desarrollo en solitario”. Apuntó la necesidad de superar las fronteras coloniales, que tachó de “arbitrarias y superficiales”, y criticó el estado-nación de inspiración jacobina impuesto por Occidente. En su lugar, apostó por “acercar el Estado a los ciudadanos”.

Para Kabunda, los estados africanos son excéntricos, ya que “han sido creados desde fuera”, y exóticos, porque “no se identifican con la población”.

Tras dejar claro que “aún queda tiempo para que llegue la hora de África”, abogó por el “afrorrealismo”, una visión objetiva del continente, sin considerarlo “ni la basura del mundo ni un paraíso terrenal”. Rechazó el “afropesimismo”, al asegurar que no es un territorio condenado al subdesarrollo y que hoy se vive mejor en África que hace cien años. Pero también se distanció del “afrooptimismo”, la tesis de los que consideran que el futuro será del gigante africano por sus ricos recursos naturales y por su gran capital humano -el 60 por ciento de su población tiene menos de 20 años-.

Reestructuración

Para conquistar el futuro, Kabunda, que llegó a Vigo procedente de Nairobi tras una breve escala en Madrid, subrayó la necesidad de “devolver el poder a los pueblos, a los campesinos y a las mujeres”.

Vislumbró “una África de los pueblos que coincida con el África de los Estados”, y que estaría dividida en cinco grandes Estados: por un lado, dos estados bantúes, uno en el África Central, en torno al Congo, y otro en el África austral, con núcleo en Sudáfrica. El tercer Estado, el nilótico, tendría como referente a Etiopía, único país africano, junto con Liberia, que no fue nunca colonizado, y terminaría con el conflicto entre hutus y tutsis. Kabunda se refirió también a un estado Árabe-bereber, que comprendería de Marruecos a Egipto; y a un quinto Estado en torno a Nigeria, el país más poblado del África negra, con casi 150 millones de habitantes.

Mbuyi Kabunda, autor, junto al economista y africanista Antonio Santamaría, del libro “Mitos y realidades de África Subsahariana” (Ed. Catarata), se mostró muy crítico con las organizaciones supranacionales africanas, como la antigua Organización para la Unidad Africana (OUA), y la actual Unión Africana, por “imitar miméticamente los principios de la Unión Europea”, como los de respeto a la soberanía de los Estados y la no subversión.

Del Nepad -siglas en inglés de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África- señaló que es el programa más lúcido en su análisis de la crisis del continente, pero que “tiene de africano sólo el nombre: reproduce el discurso del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM)”.

A estas dos instituciones económicas mundiales atribuyó el “achicamiento del Estado” en África, que ya no se ocupa de la educación y de la sanidad, debido a los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI y el BM.

Lamentó también la fuga de cerebros y capitales y el carácter desigual e injusto del comercio internacional: África compra bienes de equipo y vende materias primas, las cuales no tienen valor añadido.

Mbuyi Kabunda se refirió también a la corrupción, a los 300.000 millones de dólares colocados en paraíseos fiscales, y consideró “corruptores” a los gobiernos occidentales y a las multinacionales.

“El mundo no está enfermo de África, es África la que está enferma del mundo”, concluyó.