Las continuas visitas de los médicos, la ansiedad y el enfado por no poder ir a casa ni ver a los amigos, los nervios ante una prueba desconocida o un nuevo tratamiento; la frustración de no sentir el cuerpo como antes. Los niños ingresados en el hospital experimentan una serie de emociones nuevas, muchas desconocidas, que tienen que aprender a gestionar.

La profesora de la escuela del Hospital Xeral de Vigo, Julia Fernández Rodríguez, lleva años observando a estos niños y se dio cuenta de que, sin dejar a un lado las obligaciones del curriculo escolar, para ellos era incluso más importante trabajar esas nuevas emociones. De este modo, la docente desarrolló un proyecto con niños de 6 a 15 años en el que, a través de la música, las artes plásticas, los cuentos y los títeres, los niños consiguen expresar sus emociones, regularlas y, al mismo tiempo, fomentar su creatividad.

El trabajo ha llamado la atención en el mundo educativo y acaba de recibir un primer premio de Innovación Educativa de la Consellería de Educación (dotado con 3.000 euros y la publicación del trabajo) y un primer premio "Crearte" del Ministerio de Cultura, que consiste en 10.000 euros destinados al aula.

"Si en cualquier centro educativo es fundamental educar en las emociones para evitar conductas destructivas, es evidente que aquí teníamos que aprovechar la cantidad de tiempo libre de que disponen los niños ingresados para que reconozcan las emociones que están sintiendo y las aprovechen como motivación para la creación artística. Trabajamos para que consigan regularlas y no lleguen a conductas de histerismo o a estados de depresión. Si en una situación difícil como es la enfermedad consiguen manejar sus emociones, estaremos ayudando en gran medida a que puedan manejarlas y ser más felices cuando se reincorporen a sus vidas normales", explica la profesora viguesa.

Julia apunta, además, que la mejora del estado anímico de los niños "ayuda indirectamente a su recuperación cuando esta es posible".

Para poner en práctica el proyecto –que se desarrolló por completo el pasado año– la profesora contó con la colaboración del departamento de didáctica del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (Marco), el Conservatorio Profesional de Música de la misma ciudad, a través de Rosa María Gayoso, además de los profesores especialistas en música tradicional y popular gallega Mª Victoria Pérez y Moisés Quintás.

Uno de los problemas para trabajar con estos niños es su enorme diversidad y la falta de continuidad. "Además de las diferencias de edades, se trata de niños con problemas muy distintos; desde operaciones de apendicitis que sólo pasan dos días en el hospital, a cánceres y asma, que pasan largas temporadas en el centro y regresan cada determinado tiempo", describe.

Por ello, es complicado hacer un seguimiento de la evolución de los niños. Julia asegura que los pequeños pacientes respondieron desde el principio muy bien a las actividades que les propusieron. "Al principio están un poco asustados, pero si creas el clima adecuado en seguida comienzan a sacar fuera todo lo que sienten; se desahogan y se relajan".

En algunas ocasiones, las actividades se abrieron a los padres. "A veces son ellos los que están peor emocionalmente", advierte la profesora. Sin embargo, aunque es muy positiva esta interacción con los padres, "evitamos solicitarles muchas veces su compañía porque ellos también necesitan descansar y el tiempo que los niños están en la escuela es el único que tienen para hacerlo", explica Fernández.

El próximo proyecto de esta creativa profesora estará centrado en fomentar el tema de la autoimagen, muy interesante para los niños en una situación en que sus cuerpos experimentan tantos cambios.