Las humedades de la Fundación Camilo José Cela son cada vez más difíciles de ocultar. Humedades y polvo acumulado en el sentido figurado, aunque también en el literal.

El despido de tres trabajadores (todos ellos con contratos indefinidos y más de diez años de antigüedad), y la posterior readmisión de tres de ellos tras el juicio a su favor, ha sacado a la luz numerosos problemas que hacen saltar las alarmas en el hermoso espacio de Iria Flavia (Padrón) elegido por el Nobel para atesorar su riquísimo legado.

Los trabajadores denunciantes aseguran que los manuscritos, libros, recuerdos y cuadros se almacenan hacinados, muchos sin inventariar; que la piedra de la sala, muy degradada, se desescama sobre los escritos. Las locomotoras del Museo del Ferrocarrilero dedicado a John Trulock, abuelo de Cela, están cubiertas de óxido. El estado de la Sarita, la joya, que entró en servicio en 1880, es tan alarmante que la gerencia ha ordenado ocultarla con una funda.

Los patrocinios cada vez son menos (actualmente cuenta con once, entre ellos la Xunta de Galicia, la Universidade de Santiago, el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Padrón y Caixanova) y la cantidad de visitantes se redujo de 15.598 en 2002 a 3.062 en 2008. La actividad cultural también está en declive; no hay ningún curso programado, escasísimas exposiciones en los últimos años y en el apartado de Tertulias de su web no muestra ni un sólo foro abierto.

También abundan las críticas sobre el restringido horario de la Fundación, que desde hace años cierra los fines de semana completos y los viernes sólo abre por la mañana, lo que restringe mucho el número de visitantes. Además, el precio de la entrada es de ocho euros, un precio más elevado que la mayoría de los grandes museos nacionales.

Los ex trabajadores aseguran que del presupuesto de la fundación se han pagado los sueldos de una secretaria personal de Marina Castaño y de las trabajadoras domésticas de Tomás Cavanna, gerente de la fundación. Además, los denunciantes aseguran que tanto Cavanna como Castaño disponen de la sede de la Fundación para usos particulares.

Tomás Cavanna no quiso responder a estas acusaciones al ser preguntado por este periódico, aunque aseguró que "casi todo lo que se ha dicho es mentira". El gerente remite a Marina Castaño, que tampoco ha querido responder, a pesar de la insistencia de FARO. Tampoco ha dado su necesario consentimiento para que un fotógrafo acceda al interior para fotografiar las joyas del legado de Cela.

Desde la Consellería de Cultura aseguran que el pasado día 3 de diciembre hubo una reunión del patronato a la que asistió el conselleiro, Roberto Varela, que es uno de los patronos de la Fundación. "Desde aquí no se dijo nada de trasladar el legado a la Cidade da Cultura", aseguran al respecto de lo que se ha publicado en varios medios sobre la intención de Feijóo de convertir este polémico espacio en el nuevo hogar de los tesoros de Cela. La consellería transmite un mensaje de tranquilidad: "Se va a proteger el legado y estamos en trámites para que se considere Bien de Interés Cultural para Galicia".

Indignación en Padrón

El concejal de Cultura de Padrón y actualmente alcalde en funciones, Eloy Rodríguez, se muestra aturdido antes las nuevas informaciones. "Estamos tratando de recabar información porque aunque sabíamos que la Fundación tenía problemas económicos, esto nos ha pillado de sopetón", comenta. Lo que tienen muy claro desde el concello es que "el ayuntamiento no está por la labor de que este patrimonio que Cela deseaba que estuviese aquí salga de ninguna manera; haremos todo lo que esté en nuestras manos para evitarlo".

El gobierno local explica que hay una apuesta para convertir Iria Flavia "en un referente cultural " y tienen intención de recuperar también el museo de Arte Sacro, cerrado desde hace 15 años, y que se ubica justo enfrente de la Fundación Cela. "Ya está bien de que se lleven todo lo valioso a Santiago; el traslado es innegociable y la población entera se va a oponer a eso", advierten. "Lo que tenían que haber hecho al proyectar la Cidade da Cultura es preveer unos contenidos, lo que no es aceptable es que ahora pretendan llenarla con fondos de instituciones ya asentadas como la nuestra", zanja.

El concejal de Cultura, además, asegura que están respaldados por los estatutos de la entidad cultural que indican que, en caso de cambiar el domicilio, debe ser en un lugar vinculado a la "vida y obra de Cela", siempre dentro de Galicia y tras el acuerdo en junta extraordinaria de dos de las terceras partes de los patronos.

Una historia repleta de finales que ni el mismo Cela podría imaginar.