El tiempo se agota. Desde el pasado mes de marzo, el ingeniero burgalés Luis Dueñas vive una pesadilla en Ruanda. El representante de la empresa gallega Espina Obras Hidráulicas en el país africano, encargada de un nuevo proyecto de purificación y abastecimiento de agua cerca de la capital, Kigali, fue acusado de evasión de impuestos y corrupción.

¿El motivo? Una partida de baldosas. La mercancía estaba exenta del pago de aranceles aduaneros al ir destinada a una de las obras de la compañía. Pero uno de los contenedores con 15.000 plaquetas estaba a nombre del ex ministro de Aguas y Minas Munyanganizi Bikoro, enemigo del actual Gobierno ruandés. Por los 2.000 euros de impuestos que no se habían pagado por esa partida, el ingeniero español fue condenado el pasado 11 de agosto, en primera instancia, a tres años de prisión. La sentencia fue recurrida por los abogados que la compañía gallega ha nombrado en defensa de su representante en Ruanda. El fallo definitivo se dictará mañana.

Cónsul honorario virtual

Las expectativas, según comentaban ayer desde Espina Obras Hidráulicas, con sede en Santiago, no son nada halagüeñas. En el entorno laboral y familiar sospechan que la detención de Dueñas, dada su relevancia en Ruanda –donde actuaba como virtual cónsul honorario aunque no ha sido reconocido ni por las autoridades ruandesas ni por las españolas– ha adquirido tintes "políticos" relacionados con la causa abierta en 2008 por el juez Fernando Andreu por el asesinato en Ruanda de 40 militares tutsis.

Los abogados de Dueñas alegan que un delito de fraude fiscal debe suponer una sanción administrativa, pero no privación de libertad. "No tienen ninguna prueba para condenarlo. ¿Qué evasión de impuestos? La pena es por el impago de los aranceles aduaneros cuantificados en 2.000 euros. Si eso es delito, venga Dios y lo vea", comentaba ayer desde Santiago un responsable de la empresa.

Pero el juez no sólo acusa al ingeniero de fraude fiscal, sino también de cohecho. Y por tanto, la pena no es ya sólo una multa administrativa, sino tres años de prisión. Sus compañeros de trabajo son tajantes: "Nadie ha podido probar que recibiera un favor del ex ministro a cambio de las baldosas".

Su familia cuenta las horas a la espera del fallo definitivo. Su principal preocupación es sacar al ingeniero, de 38 años, del país cuanto antes y volver a tenerlo en casa. Las únicas noticias que tienen de él son a través de sus compañeros de trabajo en Ruanda. "Está muy desesperanzado", aseguraban desde el entorno familiar. Uno de sus principales temores es que el delicado estado de salud del detenido empeore. Precisamente sus abogados aportaron a las autoridades ruandesas un informe médico que avala los problemas de salud de Dueñas, aquejado de una afección del páncreas que le provoca hipoglucemia –baja cantidad de azúcar– y le obliga a una dieta regular de tres comidas diarias. Uno de sus compañeros de trabajo quien se encarga de llevarle todos los días la comida. Y es que en la cárcel donde esta retenido, tan sólo dan de comer una vez al día. Habas y maíz.

Pese a los llamamientos a la mediación de las autoridades españolas, los familiares de Dueñas tachan de insuficiente el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Embajada que les corresponde, la de Tanzania. Fuentes del departamento de Miguel Ángel Moratinos reiteraron ayer que el Ministerio de Exteriores ha procedido "como en el caso del resto de españoles detenidos en el extranjero".