"Beber mucha agua". Esta es la recomendación que, continuamente y sobre todo en verano, escuchamos a los especialistas médicos o a través de los medios de comunicación. Sin embargo, la ingesta excesiva de agua puede producir serios problemas en el organismo. Este trastorno se denomina potomanía y algunas de las personas que lo padecen, la mayoría mujeres jóvenes de mediana edad, no son conscientes de ello.

"Hay gente a la que se le va de las manos el consejo de tomar dos litros de agua al día", afirma la nutricionista Amil López. "Para el organismo es saludable beber esta cantidad, o un litro y medio, dependiendo del individuo y de la época del año", declara López, quien incide en que "hay que tener en cuenta también el líquido que nos proporcionan los alimentos". La nutricionista sitúa entre tres y cuatro litros la medida máxima a partir de la cual puede existir riesgo para el organismo, aunque confiesa "algunas personas incluso llegan a beber entre ocho y diez litros diarios".

Las consecuencias de esta ingestión compulsiva de líquido son múltiples. La dilución de la sangre y la pérdida de electrolitos como el sodio o el potasio pueden provocar calambres musculares, náuseas, bajadas de tensión o cansancio, llegando incluso a desembocar en un estado de coma, cuando se trata de casos graves.

La potomanía puede surgir de forma aislada o solapada a trastornos renales o a un traumatismo craneoencefálico que modifique el correcto funcionamiento del hipotálamo, la glándula que regula la sed. Sin embargo, en la mayoría de los casos está ligada a trastornos alimenticios como la anorexia, la bulimia o la ortorexia. "La potomanía suele estar asociada a los intentos de cambio del esquema corporal", declara el psiquiatra y psicoanalista Eugenio Cornide. "Como todo trastorno adictivo tiene una base de carencias afectivas que se intentan suplir con ciertas sustancias", continúa Cornide, que preside la Asociación de Psicoanalítica Aplicada de Galicia.

Asimismo, el especialista aclara que, aunque el agua es una sustancia inocua, es decir, no tóxica, el carácter adictivo lo adquiere a través de las personas que le atribuyen propiedades mágicas o curativas, ignorando el verdadero peligro de su ingesta masiva.

Tratamiento

Sin llegar a la categoría de enfermedad, la potomanía, cuando está ligada a afecciones psiquiátricas relacionadas con la alimentación, necesita un tratamiento múltiple ya que origina cambios en el metabolismo. Así, el psicoanalista Eugenio Cornide, declara que para "rehabilitarse" es imprescindible una labor conjunta entre psicoterapeutas, nutricionistas y endocrinólogos.

Por su parte, la psicóloga Sagrario Butragueño comenta que, cuando la potomanía se presenta de forma aislada, lo primordial es la "reestructuración cognitiva" del paciente, es decir, enseñarle a pensar de forma útil, que sea consciente de lo que está haciendo para conseguir un autocontrol en la conducta de beber.

Ni en exceso ni por defecto

Pero no sólo beber agua en exceso tiene consecuencias negativas para el organismo, también el defecto de este líquido en el cuerpo (compuesto por un 60 ciento de agua), acarrea problemas. Así, la nutricionista Amil López afirma que una mala alimentación unida a la deshidratación "puede originar estreñimiento, infección de orina, urticaria, jaquecas o acné, entre otras dolencias". Asimismo, López declara que si una persona no ingiere ningún líquido pero sigue una dieta sana y equilibrada a base de frutas, sopas, caldos y verduras, no tendría por qué padecer ningún trastorno ya que estos alimentos le proporcionarían el fluido que necesita para su metabolismo.

"A lo largo del día perdemos mucho líquido a través de la transpiración, las heces o la orina", asevera López, "y el metabolismo precisa agua para llevar a cabo sus funciones, como el recambio celular, eliminar toxinas del sistema renal, regular la temperatura corporal y la tensión arterial o contribuir al correcto funcionamiento de los tejidos y órganos". Con estos datos, es indudable que todo consumo que rebase los límites aconsejados es perjudicial para el organismo.

"Hay potomaníacos que desconocen serlo", aseguran los nutricionistas

Cuando se trata de ingestión masiva de líquidos, existe una gran diferencia entre si estos son inocuos o nocivos. Mientras el agua no crea dependencia de por sí, el alcohol genera síndrome de abstinencia, de modo que su tratamiento es totalmente distinto. Y, cuando esta última substancia se bebe en grandes cantidades pero de forma ocasional, diverge de su ingestión diaria, pasando a denominarse dipsomanía. "La potomanía puede estar relacionada con esta forma de consumir alcohol", asegura Amil López.

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"Hay muchos jóvenes que durante la semana se cuidan y beben mucha agua pero al llegar el fin de semana se saltan ingestas para no engordar ya que estas calorías se las proporcionan las bebidas alcohólicas", aclara la nutricionista. Sin embargo, la psicóloga Sagrario Butragueño opina que ambos trastornos no están ligados ya que "beber agua se considera sano mientras que tomar alcohol no".

Quienes más deben cuidar la ingestión de alcohol, así como la de refrescos con gas, son los que padecen enfermedades cardiovasculares. Así lo señaló ayer la Fundación Española del Corazón (FEC) a través de un comunicado. La cardióloga de esta entidad, Nieves Tarín, señala que estos pacientes son los que más probabilidades tienen de sufrir un descenso de su tensión arterial por las consecuencias de su enfermedad y por la medicación que deben tomar. Por este motivo, la experta recomienda a estas personas mantener una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, realizar ejercicio físico, evitar cambios bruscos de temperatura y la exposición solar en las horas centrales del día.