El Parlamento británico decidió ayer rechazar la Ley de Muerte Asistida en Inglaterra y Gales tras un debate lleno de casos individuales y con dos manifestaciones, a favor y en contra, como telón de fondo. Los diputados votaron mayoritariamente en contra del "derecho a morir", 330 contra 118. Por su parte el primer ministro, David Cameron, estuvo ausente del hemiciclo.

La Ley de la Muerte Asistida preveía que dos médicos y un juez de alta instancia debían aprobar previamente el "derecho a la muerte" aplicado a personas que sufran enfermedades terminales con menos de seis meses de vida. Una vez las autoridades médicas y judiciales hubiesen dado el visto bueno, al paciente se le podría administrar una dosis de barbitúricos que él mismo, o personas allegadas, podría administrarse para poner fin a su vida sin dolor y de forma pacífica.

Fuera del parlamento de Westminster se celebraron las dos manifestaciones que ponían de relevancia la división que provoca el tema en la sociedad británica.