La salud de los usuarios de la sanidad pública nunca estuvo tanto en sus propias manos como ahora. La pandemia de la Covid-19 llevó en el mes de abril a la gerencia del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés a dar la orden de anular o postergar muchas de las citas que los pacientes tenían concertadas con antelación, a veces con más de un año de espera, con sus médicos especialistas. La actividad en consulta se redujo al 50 por ciento en hospitales y centros de especialidades y no se ha vuelto a recuperar desde entonces pese al descanso, relativo, que el virus dio durante el verano.
Ahora, iniciada la segunda ola de la enfermedad, las llamadas que se realizaban para cancelar las citas telefónicas vuelven a repetirse con más frecuencia, con el consiguiente riesgo que ello conlleva para la salud de la población.
Tal y como ha podido saber FARO, desde el centro de especialidades de Mollabao los propios médicos de Oftalmología están llamando ya a sus pacientes con citas para finales de noviembre para preguntarles si se encuentran bien o notan algún cambio desde su anterior revisión anual.
Sin ningún tipo de contacto físico para confirmar si su salud ha variado o no, en caso de que el usuario asegure que no percibe nada diferente, le proponen el aplazamiento de la cita otros seis meses más. El argumento que se da a los pacientes es que "hay que racionalizar las consultas".
Según la orden de la dirección del Complexo Hospitalario de Pontevedra, CHOP, los especialistas deberían atender a sus pacientes en intervalos de 20 minutos y alternarlos con llamadas telefónicas.
Es decir, que si un paciente entra a consulta presencial, el siguiente será atendido por teléfono a los 20 minutos. De esta manera, se evitaría la coincidencia de varios de los 30 pacientes de media que se pueden atender en una mañana o tarde en las salas de espera.
De forma muy similar se ha procedido en la Atención Primaria, donde todavía se ha reducido aún más la atención en persona, limitada casi exclusivamente a urgencias.
"En realidad, lo que se plantea es que no haya masificación y que a los que se citan se citen de dos en dos o de tres en tres, pero después llegas al Hospital Montecelo y hay tal descoordinación por las citas que se producen aglomeraciones igual", se lamentan trabajadores del área sanitaria pontevedresa.
"La parte más ineficiente del sistema se agarra a la cita telefónica, pero el 80 por ciento de los profesionales quieren trabajar", destacan fuentes del sindicato Comisiones de Base, Co.Bas, al ser preguntadas por esta cuestión.
"La consulta telefónica no puede ser el medio de consulta, pero puede ser muy útil", afirman, por su parte al respecto desde Prosagap.
El colapso de las Urgencias
Todo ello termina provocando que los pacientes, cuando ya empiezan a ser conscientes de que se encuentran mal, que acudan a los servicios de Urgencias, debido a las grandes dificultades para ser vistos por sus médicos de cabecera ni por los especialistas correspondientes.
Los PAC son los grandes damnificados en este sentido y se ven desbordados. "Pero ¿cómo le dices tú a una señora mayor, que podría ser tu madre, que no es al PAC a donde tiene que ir? Si ya no sabe a donde acudir...", confiesa la trabajadora de uno del estos puntos de atención continuada.
También afecta la situación en gran medida al servicio de Urgencias de Montecelo. En esta área se acumulan los pacientes que tienen que ser atendidos con aquellos que ya lo fueron y esperan por una cama. Solamente el pasado miércoles hubo una veintena de personas aguardando en boxes o pasillos para ser ingresados en Montecelo o el Hospital Provincial. "Y todo ello con parte de las camas del servicio de Medicina Interna III cerradas", indican trabajadores del CHOP.
Todo ello antes de que comiencen a darse los primeros casos de gripe, que este invierno coincidirán con la Covid. Actualmente, hay 17 pacientes ingresados en el área sanitaria, 14 en planta y otros tres en la UCI de Montecelo.
