El Banco de Alimentos de Monte Porreiro, creado por la asociación de vecinos "O Mirador" en 2014, inicia hoy una nueva acción altruista en su sede en la calle Luxemburgo: la entrega para llevar a domicilio de desayunos y meriendas infantiles. Para ello contará con la colaboración de Reale Seguros, empresa que aceptó participar en esta importante labor social.
Carlos Diéguez, presidente de "O Mirador", asegura que la entrega de estos alimentos específicos tendrá lugar cada mañana a las 9 horas y que podrán beneficiarse tanto vecinos del barrio de Monte Porreiro como todos aquellos que necesiten esta ayuda tan importante para el colectivo más vulnerable de las familias, los menores.
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La asociación se puso en contacto con Reale Seguros, "que no se lo pensaron ni un momento y aceptaron rápidamente", celebra Diéguez. En principio, esta colaboración tendrá lugar durante un período de dos meses, "pero no es un convenio cerrado", por lo que o bien esta misma empresa podría continuar aportando su ayuda o bien podría ser otra la que tomase el relevo. Lo importante, es que a los más pequeños no les falte nunca un bien básico como es la alimentación.
Carlos Diéguez destaca lo novedoso de esta acción, ya que es independiente de las otras que lleva a cabo el banco de alimentos, que actualmente cuenta con 172 usuarios, un 37 por ciento más que las que tenía antes de que se declarase la pandemia del coronavirus. El vecino de Monte Porreiro cuenta que, con niños, habrá unos 122.
A cada una de las familias se les entregará un pack formado por un desayuno, compuesto por leche, cacao y bollería, y una merienda, consistente en dos piezas de fruta, un yogur y un bocadillo.
"Siempre hay mucha incredulidad sobre la cantidad de gente que puede necesitar una ayuda tan básica como es el alimento, por eso nosotros no queremos cerrarnos solos al barrio", subraya Diéguez.
El banco nació a raíz de las consecuencias de la crisis de 2008 en las familias de Monte Porreiro, que pasaron por momentos difíciles, muchas de ellas al borde del desahucio por no poder pagar sus hipotecas o alquileres de la vivienda.
Actualmente cuenta con cerca de una veintena de voluntarias, solo dos hombres, que trabajan para hacer llegar los lotes de alimentos a las familias que más lo necesitan, así como a colectivos especialmente golpeados por la crisis del coronavirus.
El perfil de los usuarios es el de familias con hijos, una media de tres, con el padre y la madre en paro, por lo que en la casa ya solo entran ingresos de rentas sociales al haber terminado la prestación por desempleo.
Las familias recogen directamente los alimentos en la sede, donde una decena de voluntarios se los entregan tras concertar una cita previa con antelación. Además, otros diez colaboradores los llevan al domicilio a personas con problemas de movilidad, como las personas mayores.
El banco de alimentos sale adelante gracias a la ayuda de empresas particulares y de instituciones como el Concello de Pontevedra o la Xunta de Galicia, que cedió el local donde se ubican el almacén y los electrodomésticos necesarios para la conservación de los artículos, como neveras y congeladores.
