El Camino de Santiago apenas tiene incidencia en las viviendas de uso turístico. Un estudio elaborado por la Xunta con motivo del primer año de entrada en vigor del decreto que regula el uso de este tipo de alojamientos constata que apenas ha habido un crecimiento significativo en el registro de estas viviendas en los municipios por los que pasa el Camino de Santiago.

Desde la Consellería de Cultura y Turismo constatan por tanto que los peregrinos que se alojan en este tipo de establecimientos es residual, ya que su primera opción son los albergues que existen en el tramo del Camino Portugués que atraviesa la comarca de Pontevedra, desde Vilaboa hasta Caldas de Reis.

Aunque el alta de las viviendas de uso turístico ha sido gradual desde la entrada en vigor del decreto en mayo de 2017, el incremento se ha registrado sobre todo en los municipios costeros.

Los datos que maneja turismo reflejan que Pontevedra cuenta con 101 viviendas de estas características dadas de alta en Turismo, frente a las 10 e Vilaboa y las 24 de Caldas de Reis.

Unas cifras que apenas han registrado incremento desde el verano de 2017, con lo que desde Turismo concluyen que el número de alojamientos de estas características en estas localidades está estabilizado y el número de registros corresponde con el de viviendas dedicadas a esta actividad.

Desde Turismo recuerdan además que estas cifras no significan que los alojamientos estén operativos todo el año, ya que las viviendas de uso turístico pueden ser utilizadas como residencia y como alojamiento de forma alterna.

Pontevedra ofrece, además del albergue gestionado por la asociación Amigos del Camino de Santiago, al menos otros tres alojamientos de estas características, en las que los peregrinos pueden encontrar alojamiento a módicos precios, inferiores a los 20 euros por noche, en establecimientos en los que comparten habitación, en literas, con otros huéspedes.

Este dato coincide con las estimaciones que baraja la asociación Amigos del Camino de Santiago, cuyo albergue carece de la capacidad suficiente para absorber la fuerte demanda que registran durante los meses de verano.

"De junio a septiembre es la época en la que recibimos mayor número de peregrinos y en esas fechas todas las plazas hoteleras o de hospedaje que tiene la ciudad son necesarias para atender a peregrinos y visitantes", explica Tino Lorez, presidente de este colectivo.

Añade además que en esta época funcionan como "central de reservas", derivando a los huéspedes a los albergues privados o a los hoteles de la ciudad.

Indica que cada tipo de establecimiento tiene un perfil diferente de huésped. "A un albergue viene una persona joven, que normalmente viaja en grupo y que una noche de verano la pasa en cualquier sitio". El albergue público, que no ofrece muchas comodidades, cumple la premisa de austeridad que acompaña al peregrino en todo el tramo que realiza caminando. "Pero son muchas las personas que demandan una cierta comodidad para pasar la noche tras una jornada caminando. Eso no lo proporciona nuestro albergue".