Vilaboa, Cambados, Pontevedra, Caldas..., son solo algunos de los puntos desde los que llegaban ayer peregrinos a pie hasta el santuario de Amil, en la parroquia de San Mamede en Moraña para encomendarse a la Virgen de los Milagros y pedirles que interceda por ellos. Otros muchos miles llegaron en coche, desde toda la provincia y Galicia, lo que hace difícil encontrar donde aparcar e incluso moverse para llegar al santuario. Allí, los romeros tienen que hacer largas colas para poder realizar su ofrenda a la Virgen.

La Romería de los Milagros de Amil es una de las más concurridas de Galicia. La fama de milagreira de la Virgen tiene su reflejo en las paredes del templo, en donde exvotos y otros objetos dan fe de las intervenciones divinas de Nuestra Señora de los Milagros. La primera, aquella que cuenta la leyenda en la que hizo brotar una fuente para un agricultor necesitado de agua. Desde primera hora de la mañana se sucedieron las misas, que celebran bajo una carpa, en el exterior del templo, mientras que por el santuario van desfilando largas colas de fieles que acuden a visitar a la imagen de la Virgen. Muchos la besan y abrazan en la cripta y también es tradición frotar una estampa de Nuestra Señora contra el relieve de bronce de la Virgen que adorna el Sagrario del templo. Otros también pasan algún paño por la imagen, quedando así bendecido.

La fe en la Virgen es enorme. Son cientos los que acuden con exvotos para pedir que les libre de algún mal del cuerpo o de la mente tanto a ellos como a algún ser querido. Portan exvotos con los que representan la parte del cuerpo en el reside la enfermedad o pequeñas figuritas de cuerpo entero que representan a la persona para la que piden la intercesión de la Virgen. Muchos dejan estas figuras ante la imagen de la Virgen tallada en piedra que preside la entrada al santuario que un voluntario va retirando poco a poco para dejar espacio. Otros dejan ramos de flores que inundan el templo y son muchos los que realizan su ofrenda en forma de dinero. Monedas para encender una vela (los cajones estaban llenos ya a mediodía) o billetes que se cuelgan cuidadosamente en el manto de la Virgen y que luego luce en la procesión, portando ante la multitud una pequeña fortuna en donativos de los peregrinos. Varios agentes de seguridad privada y tres patrullas de la Guardia Civil velan discretamente para que no haya ningún tipo de problema.

Al santuario llegan algunos peregrinos que muestran su fe a la Virgen subiendo el tramo de escaleras de rodillas. Un vecino de Vilaboa es uno de los romeros que entra en el templo de rodillas para honrar a la Virgen. Él y su familia llegaron a pie desde Cobres: "Vengo siempre, todos los años, para pedir por mi hija que tuvo un problema, y por el momento funciona, la Virgen siempre me ha ayudado", explica.

Durante toda la jornada hay oficios religiosos, pero el punto álgido llega sobre las dos de la tarde, cuando al término de la misa solemne, la más concurrida, llega la tradicional procesión que recorre el entorno del templo.