Esta no es la primera vez, ni tampoco va a ser la última, que la Policía Local plante cara a un equipo de gobierno del Ayuntamiento de Pontevedra. Algunos de sus enfrentamientos han sido duros y las heridas que causaron en ambos bandos han tardado en cicatrizar bastante tiempo. Pero seguramente de aquellos polvos no vienen estos lodos.

El alcalde Lores y los equipos de gobierno de sus sucesivos mandatos no pueden afirmar sin faltar a la verdad que los policías municipales han colocado chinitas al desarrollo de sus proyectos o han estado remisos en la aplicación de sus instrucciones. Si entonces fueron tan buenos, como llegó a reconocerse, ahora no pueden ser tan malos.

Al gobierno actual del BNG no le ha hecho ninguna gracia la protesta de los agentes durante la lectura del pregón el día del inicio de las fiestas de la Peregrina. Resulta bien lógico. Pero tampoco deben rasgarse las vestiduras cada vez que alguien les aplica unas cuantas dosis de su propia medicina.

Por ese motivo, ha estado fuera de lugar, además de resultar falso de toda falsedad, afirmar ahora como ha hecho la concejala-delegada, Carmen da Silva, que el colectivo policial se deja manejar por el PP en el conflicto que tiene abierto para demandar una equiparación profesional, cuyo montante económico causaría un notable agujero en las arcas municipales.

A la maniobra de distracción de la concejala nacionalista han contestado los delegados de CCOO y UGT con un torpedo certeramente dirigido a la línea de flotación del alcalde Lores: Pontevedra tiene la plantilla de Policía Municipal peor pagada de las grandes ciudades gallegas, pero cuenta con uno de los regidores mejor retribuidos de todas ellas. Donde las dan, las toman.

La razón de este choque de trenes no es político, ni ideológico, sino profesional y económico. Y Carmen da Silva y el BNG lo saben bien, pero no ven la forma de meter el diente a semejante lío, salvo aguantar el chaparrón y esperar a que escampe, que es tanto como confiar que la Policía Local tire la toalla y regrese a sus cuarteles de invierno por propia voluntad.

El Meollo de la cuestión está en vislumbrar si ambas partes pueden aguantar así mucho más tiempo, con esta especie de ten con ten un tanto singular, sin que el asunto pase a mayores y tome un cariz mucho peor.