Constante Sánchez Penelas y José Manuel González Cruz reconocieron ayer casi punto por punto los hechos de los que son acusados por la Fiscalía quien les atribuye la muerte a golpes de Pilar Fernández Otero, la vecina de Lérez de 87 años de edad, durante el asalto a la vivienda en la que vivía sola la octogenaria en el lugar de Ramallás, en la zona rural de Pontevedra, en la parroquia de Lérez.

Ambos alegan que actuaron movidos por su grave adicción a las drogas, en busca de un botín que presumían "fácil" dado que ambos conocían que la mujer, una anciana, vivía sola y en una zona aislada. Constante reconoció que semanas antes había estado trabajando en la vivienda de la víctima y que por ello tenía la certeza de que allí podría conseguir un buen botín. "Sé que tenía joyas porque yo se las ví puestas, lo del dinero no lo sé, me imaginé que podría haber algo", declaró ayer ante el tribunal del jurado que deberá dictar veredicto en cuanto termine la vista oral.

El juicio comenzó ayer en la Audiencia de Pontevedra con esta confesión por parte ambos acusados. Un reconocimiento de los hechos que las letradas de las defensas piden que se tenga en cuenta a la hora de imponer una "condena justa" dado que el testimonio de los acusados es la única referencia directa a lo sucedido aquella noche al haber fallecido la víctima. También piden que se tenga en cuenta como circunstancia atenuante la grave adicción a las drogas, que aseguran, padecen los dos acusados.

Los hechos se remontan al 29 de julio de 2016. Esa tarde, conocedores de que podría ser una "víctima fácil" como les describió la fiscal, Constante y Manuel se acercaron a la vivienda de Ramallás y mientras el segundo entretenía a la mujer en la puerta principal haciéndose pasar por empleado del ayuntamiento, el primero entraba en la casa y sustraía de una cómoda cuatro anillos y una pulsera que esa misma tarde vendió por 314 euros en un establecimiento de compraventa de oro de la calle Michelena.

A por droga a O Vao

Con ese dinero en el bolsillo, Constante se volvió a reunir con José Manuel y tras adquirir heroína y cocaína en el poblado de O Vao estuvieron consumiendo droga "unas dos o tres horas" en una vivienda abandonada del Campillo. Un lugar que suelen utilizar los toxicómanos de Pontevedra con este fin. Pasadas las horas, se les acabaron tanto las drogas como el efectivo: "En ese momento no pensé en nada más que conseguir dinero para comprar más", reconoció Constante. Y de nuevo, ya de madrugada, decidieron volver a la vivienda de Pilar Fernández a por un nuevo botín.

José Manuel "se hizo un coche" en A Parda y Constante se puso al volante en dirección hacia Lérez. Una vez allí, se taparon la cara con unos trapos y entraron en la vivienda de la octogenaria. Todo estaba a oscuras y acababan de entrar en la casa cuando "se encendió una luz y vimos que la señora corrió" intentando escapar. La interceptaron y reconocen que en el forcejeo ya le dieron golpes contra muebles y paredes al arrastrarla hacia la habitación. Ninguno de los dos describió los golpes, pero reconocieron ante las preguntas de la fiscal Marta Durántez, que ambos continuaron con la agresión porque la mujer no les decía donde ocultaba el dinero.

"No me hagáis daño"

"Nos pedía que no le hiciéramos daño", explicó Constante, "nos decía que no había más dinero", añadió José Manuel. Ambos explicaron que la mujer les señaló únicamente una pequeña cartera en la que había 35 euros que fue todo el botín que se llevaron, así como algo de "bisutería".

Ni Constante Sánchez ni su compañero de banquillo esquivaron la responsabilidad sobre la relación directa entre la muerte de la mujer varias semanas después en un centro hospitalario y los golpes que ellos le propinaron aquella madrugada: "La señora no tenía nada" antes de aquellos hechos, dijo el acusado. Así que, después de que la fiscal Marta Durántez les relatase algunas de las graves lesiones que presentaba la víctima, entre ellas una rotura de bazo, el acusado respondió que "si tenía todo eso fue por nuestra culpa", dado que antes estaba bien.

Luego, los acusados huyeron de la casa abandonando a la mujer malherida y a su suerte. Reconocen que no llamaron a nadie, ni a la ambulancia, advirtiendo del estado en el que habían dejado a esta octogenaria. "Salimos en el coche hacia O Vao para pillar otra vez", explicó el acusado. Ella sacó fuerzas para poder alcanzar el teléfono y alertar de lo sucedido a su sobrina, quien llamó a la Policía y a los servicios de emergencia.

Más parco en palabras, la declaración de José Manuel fue en la misma línea que la de su compañero de banquillo.

Varias semanas después, Pilar Fernández Otero murió en el hospital Montecelo como consecuencia de las heridas que sufrió en dicho asalto. Justo un día después eran detenidos los dos acusados. Constante afirma que se enteró de la muerte de la señora cuando ese día se lo comunicó la jueza de instrucción que envió a los dos a prisión preventiva, desde donde ayer llegaron al juicio. Ambos ya habían confesado los hechos aquel día en el juzgado.

La Fiscalía pide inicialmente penas que suman 28 años y medio de prisión por asesinato, y dos robos, además del hurto del vehículo. Sus defensas insisten en solicitar al tribunal que se tenga en cuenta la drogadicción de ambos y la confesión realizada tanto en instrucción como ayer ante el jurado como atenuantes.