Hace un día soleado. Las playas de Poio comienzan a recibir gente aprovechando el inicio del fin de semana. Pero sin embargo, en un espacio público de San Salvador, los más de 20 grados de temperatura ambiente no son suficientes para acabar definitivamente con el gasto de calefacción. Es el CEIP Viñas, que a mediados de junio y encarando la última semana de curso, todavía no ha podido apagar las estufas.

El centro educativo cuenta con poco más de 90 alumnos. Casi un centenar de familias que a lo largo de todo el ejercicio académico ha tenido que estar tan pendiente de los avances escolares de sus niños como de llevarlos bien abrigados al colegio.

Las chaquetas ya no son estrictamente necesarias para estar en algunas aulas, pero los radiadores siguen emitiendo calor artificial ante las corrientes de aire y las humedades que se producen por las filtraciones a través de las persianas y ventanas ya muy desgastadas y rotas.

Mientras, el deteriorado falso techo cuenta desde el pasado verano con nuevas planchas que solo evitan el contacto directo con el amianto. La mayoría de ese amianto fue retirado el pasado verano y la empresa encargada hizo en su momento una medición que no compartió con el colegio, que así lo solicitaba.

Posteriormente, ya durante este curso, el centro recibió una visita de técnicos del Instituto de Seguridade e Saúde Laboral de Galicia (Issga), que descartaron realizar si quiera una medición porque, tras el análisis visual, descartaron cualquier tipo de riesgo. De hecho, el médico del Instituto indicó a la dirección que la proliferación de casos de cáncer de pulmón (tres exprofesores fallecieron) difícilmente estaría relacionada con el elemento químico, que aún sigue recubriendo una bajante y las cajas exteriores de las persianas.

"Ahora, una de las cosas que más nos preocupan son las goteras. Pueden producir resbalones y además, los niños tienen que andar esquivando los cubos", denuncian varias madres del ANPA del centro.

Estas goteras existen pese a que hace dos años, la Xunta llevó a cabo una reforma de la cubierta del colegio. La Consellería ingresó una partida, de la que quedó un remanente de 8.000 euros que ahora, este año, el colegio ha invertido (a orden de la Unidad Técnica) en el parcheado del falso techo, que presentaba numerosos agujeros por la ausencia de planchas.

Daños en puertas interiores y exteriores, el sistema eléctrico, radiadores oxidados y filtraciones en el pabellón, relativamente nuevo, por las grietas de la pista de fútbol del patio exterior, situado justo encima, son otros de los desperfectos remitidos por la dirección del centro a la Unidad Técnica.

En el plan

La Consellería de Educación incluyó en su momento al centro en el Plan de Eficiencia Enerxética junto a otros colegios poienses como Chancelas. El compromiso inicial era realizar la reforma integral en verano del 2017. Ese año no llegó, pero durante el pasado curso, se aseguró de palabra que para este período estival habría sí o sí obras.

Sin embargo, a falta de días para el cierre del curso, la Consellería de Educación no ha notificado nada al centro. Desde el Anpa ya se resignan, puesto que este año además hay una inversión garantizada en el Isidora Riestra tras el derrumbamiento de un falso techo el pasado febrero.

Pese a ello, ayer el líder del PP local, Ángel Moldes, visitó el centro y se comprometió a concertar una reunión de cara a la semana que viene entre el jefe territorial de Educación, César Pérez Ares, y el Anpa del centro. El Concello de Poio también anunció que pedirá un encuentro "para saber por qué no se ejecutaron las prometidas obras".