Las cuatro lonjas de la comarca en la ría -Campelo, Portonovo, Marín y Pontevedra- acumulan desde el inicio del año algo más de 3,5 millones de euros de facturación con decenas de especies del mar. Pero la almeja japónica se ha convertido en los últimos años en la base de la economía de los mariscadores de la ría. Según los últimos datos del portal de la Consellería do Mar pescadegalicia.gal, esta especie ya supone en estos primeros cuatro meses del año unos ingresos de casi 1,7 millones de euros, es decir, prácticamente la mitad de todo el movimiento económico de esas rulas.

En concreto, en 2018, la japónica concentra el 47% de la facturación, pese a que solo supone el 20% de todos los kilos que han pasado por estas subastas. Este porcentaje económico ha ido creciendo de forma sistemática en los últimos años, debido a la caída en la producción de otras especies de bivalvos que antes eran las dominantes, como la almeja fina o el berberecho. Este último, de hecho, ha desaparecido de las estadísticas de las lonja de Campelo en este año.

Otras variedades

Mientras la almeja babosa aguanta con unos 18.000 kilogramos acumulados desde enero, otras especies como la fina o la rubia apenas suponen una producción de 200 kilos diarios, una cifra que se dispara en el caso de la japónica. Según pescadegalicia.gal, hasta ahora se han extraído de la ría y subastado en Campelo algo más de 185.000 kilogramos de esta variedad, lo que supone una media superior a los 1.500 kilogramos diarios.

En todo 2017, cuando la japónica ya era dominante, se rozaban los 1.200 kilos al día de media, pero el pasado año significó apenas el 30% de toda la facturación del ejercicio, con un total de 3,3 millones de euros. A estas alturas de 2018 ya se alcanzó la mitad de los ingresos del pasado año. En 2016, la almeja japónica también supuso el 30% de todo el movimiento económico de las cuatro rulas, pero en 2015 apenas era el 20% y en 2014 no llegaba al 13%.

Campelo concentra por completo esta facturación, ya que existe otro punto de venta, en Aldán (Cangas) pero cuya producción es infinitamente menor.

En total, la subasta de Poio suma este año unos 215.000 kilos de productos y una facturación conjunta de algo más de dos millones. Si se tiene en cuenta que la japónica suma 185.000 kilos y 1,7 millones, se aprecia la importancia que esta especie supone para los mariscadores del fondo de la ría.

Además, esta evolución viene favorecida por la buena situación que atraviesan los bancos marisqueros desde hace tiempo, con escasa presencia de la toxina. Todos ellos estaban abiertos ayer y en algunos casos desde hace casi dos años sin episodios de cierre. La zona V, la situada más cerca de A Barca, cumplirá este mes un año sin toxina, si no se producen contratiempos, mientras que en la IV sí hubo este año siete jornadas sin actividad, en marzo pasado.

Peor panorama presenta la producción de mejillón, ya que todos los polígonos de bateas situados frente al litoral de Poio, así como los de Bueu, permanecen cerrados desde marzo pasado. A todo ello se une la decisión del pasado mes de marzo del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño en Galicia (Intecmar) de clasificar a dos de los tres polígonos de la costa poiense como de Zona C estable.

El motivo es que se detectó la presencia de la bacteria Escherichia coli por encima de la habitual, de modo que los bateeiros solo pueden producir el molusco para su venta a fábricas de conservas. Se acaba, por tanto, la Zona C estacional en los Polígonos A y B, que permitía producir para el consumo fresco durante la mayoría del año, pero restringía esta venta al ámbito conservero en el período estival, cuando la concentración de estas bacterias fecales aumentaba por el incremento poblacional de la zona.

El sector, pone el foco en las depuradoras. "Hay una en Lourizán que funciona muy mal. Y luego está el tema de Poio, que no tiene. Ese es el principal problema", destacaba entonces Manuel Ferreiro, presidente de la Asociación de Mexilloneros de Combarro e Raxó, Amecomra.