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Las pintadas, el tormento de los comerciantes de la zona monumental

Las firmas y garabatos han proliferado en los últimos meses, denuncian los afectados

Pilar Hermida abre la reja de su platería. // R.V.

"Pedimos respeto por el patrimonio, por la ciudad. Nos gusta el arte, la pintura, los graffittis, pero no esto. Queremos que dejen tranquilas las paredes, las fachadas".

Ernesto Filgueira, comerciante y vicepresidente del Casino Mercantil, es uno de los afectados por las pintadas que en los últimos meses han proliferado en la zona de la Plaza de Curros Enríquez y las calles cercanas, en pleno casco histórico.

En la fachada del edificio de la ciudad hay varios garabatos. Aunque ya fueron limpiados en ocasiones anteriores, una y otra vez reaparecen.

"Aparecen continuamente. No sabemos si es spray o rotulador", explica Filgueira, que añade que dependiendo del producto que se utilice para realizar la limpieza se daña el material de base.

"Lo único que pedimos es respeto. Es algo que se debe transmitir de padres a hijos", subraya.

Del mismo modo se manifiesta, Juan José Esperón, de Peral Moda: "Este tipo de cosas solo se pueden evitar con la prevención, y una forma de hacerlo es insistir en los colegios que el patrimonio no se puede estropear".

A la entrada de su negocio, al igual que ante las de los comerciantes de esa zona, hay numerosas pintadas, consistente, la mayoría, en firmas en negro.

"Cuando pasa la Policía Local se lo comentamos, pero no le vemos mucha solución porque tendrían que pillarlos en el momento en el que lo hacen", se queja. "En esto no hay quien se salve", dice.

Testigo

Lidia Fariña, de la confitería La Artesa, vio en una ocasión como un adolescente se disponía a realizar una pintada en la fachada del edificio de enfrente al de su negocio. "Le dije que iba a llamar a la Policía, pero lo hice porque era muy joven. Si llega a ser más de uno o de más edad, no me hubiera atrevido", asegura.

"Aquí, además de un problema de pintadas, también lo hay de suciedad. Yo dejo la piedra mojada cuando me voy, para evitar que se sienten, pero eso no impide que te encuentres con que han orinado o que dejen latas o te metan colillas por debajo de la verja", se lamenta.

"Esto da una imagen muy fea de la zona monumental", dice, por su parte, Pilar Hermida, dueña de una platería en la calle Don Gonzalo. La verja de cierre de su establecimiento cuenta con numerosas palabras y garabatos que su dueña ya ha desistido de eliminar.

"Esta zona se muere"

"Lo que no puede ser es que se priorice el ocio sobre los comercios. Esta zona se muere. Nosotros pagamos los mismos impuestos que todo el mundo, pero no vemos cómo podemos hacer para fomentar el comercio en el casco histórico", declara.

"Si fuesen grafiteros, yo les dejaría encantado que me pintasen la verja", manifiesta Pedro Rodríguez, de la relojería Tempus.

"Este ya es un problema que tenemos todos los comerciantes en la zona vieja. A mí estas pintadas ya me las hicieron hace tiempo. Ya no me molesté en limpiar. ¿Para qué gastar en ello si lo van a volver a hacer?", se pregunta.

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