Maximino Couto escribió ayer el último capítulo de la macabra historia que protagonizó durante los últimos años. Tras haber sido juzgado por violencia de género y 18 días después de haber matado a su novia en Ponte Caldelas y de herir a otras tres personas cuando disfrutaba de un permiso penitenciario, en la madrugada de ayer decidió suicidarse. El presunto homicida, valiéndose de las sábanas, se colgó desde la ventana de una celda cuando estaba a punto de ser trasladado desde A Lama a una cárcel de la provincia Palencia.

Este sexagenario, que no estaba sujeto al protocolo de suicidios al no serle advertidas tendencias que pusiesen en peligro su existencia, se quitó la vida aprovechando su provisional estancia en el módulo de ingresos, salidas y tránsitos. Repartidos de dos en dos en cada celda, los presos que iban a ser reubicados en otras prisiones pasaban allí la noche antes de emprender el camino a primera hora de la mañana. El compañero de habitación de Couto dio la voz de alarma cuando lo descubrió suspendido en el vacío, alrededor de las 06.00 horas.

A partir de ese momento nada se pudo hacer por reanimar a este vecino de Mourente. Los servicios médicos del recinto sólo pudieron constatar su fallecimiento y, tras dar aviso al Juzgado de Guardia, el cuerpo fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de Pontevedra para que se le practicase la autopsia. Hoy, a las diez y media de la mañana será enterrado en el cementerio de la parroquia en la que tenía su domicilio.

El traslado de Maximino Couto a una cárcel fuera de Galicia fue aprobado hace días debido a la repercusión social que el homicidio de su novia, Rosario Peso, había provocado en el entorno. También se dio el visto bueno al constatarse la práctica ausencia de relaciones familiares o afectivas en la provincia, según apuntan fuentes de instituciones penitenciarias.

Los datos que allegan hacen pensar en que Couto había planeado su suicidio desde hace tiempo. Además de esperar a su estancia en este módulo para llevarlo a término, esa posibilidad la refrendan las notas sueltas que dejó en la dependencia en la que apareció muerto. Unas anotaciones en las que hacía referencia a dos de sus fijaciones.

Por un lado reconocía, dirigiéndose a su compañera sentimental a la que mató: "Rosa, soy un asesino". Además mantendría lo que expuso ante el juez, que el fallecimiento fue consecuencia de un accidente, si bien el examen del cuerpo de la mujer concluyó que fueron varios golpes los que ocasionaron tal desenlace. Asimismo indicaría su deseo de recibir sepultura junto a ella, en Tourón, algo que no se llevará a cabo, puesto que su sepelio será en Mourente. Por otro, explicaba su intención de desheredar a los hijos fruto de su matrimonio con Herminia Buceta, y daba referencias sobre los nuevos benefactores de sus bienes. Esta mujer fue quien la denunció y sobre la que tenía una orden de alejamiento tras maltratarla, por lo que cumplía una condena penal de 2 años y 7 meses. Período que se da la casualidad que vencería ahora si Couto no hubiese matado a su novia y agredido a un policía y a una pareja vecina de Buceta.

Y es que el homicida suicida disponía de un permiso penitenciario cuando asesinó a su novia, el pasado 29 de noviembre. Ésta había llegado a insistir al director de la prisión de A Lama para que le concediese el permiso. Ante el juez y después en prisión, en repetidas ocasiones.

Antecedentes

Durante ese permiso y después de haber quitado la vida a su compañera, Couto se dirigió al domicilio de su ex esposa, al que tenía prohibido acercarse a menos de dos kilómetros desde que fue condenado a prisión por agredirla. Couto se desprendió del GPS que llevaba y se presentó en la casa. Al no encontrarla allí, hirió con un cuchillo a un matrimonio de vecinos que había declarado en el juicio en su contra y después a un policía que intentó reducirle.

El asesinato cometido por Couto provocó un gran revuelo mediático al estar controlado el preso con un GPS por Instituciones Penitenciarias durante el permiso. Un dispositivo cuya vigilancia no se habría efectuado de manera adecuada según se denunció horas después.

Aun, asi el procedimiento se hubiese desenvuelto de manera correcta, el interno podría haber asesinado a la que era su actual pareja, de la que no tenía dictada orden de alejamiento ni se conocía agresión anterior. Sin embargo, se podrían haber evitado las tres agresiones cometidas posteriormente. El sindicato de prisiones Acaip defendió que el funcionario del centro de vigilancia recibió el salto de alarma media hora después de que Couto se desprendiese de la pulsera, debido a fallos técnicos.