La ratio de licencias de taxi en Ourense es de 1 por cada 1.000 habitantes. Con la mayoría de la población confinada y en un estado de alarma sanitaria que reduce las salidas de casa a las esenciales, este servicio público está trabajando bajo mínimos, adoptando además las medidas de precaución necesarias para reducir el riesgo de contagios por el virus Sars-Cov-2 entre los profesionales y los viajeros. La ciudad dispone de 106 licencias de taxi pero la crisis por esta pandemia rebaja a 15 o 20 el máximo de vehículos que pueden prestar su labor cada jornada. Los conductores que siguen operando -algunos han decidido no hacerlo, por riesgos propios de salud o de familiares que tienen en casa- trabajan un día y después descansan tres. "La facturación ha caído un 80%", asegura el presidente del colectivo en Ourense, Francisco Javier Álvarez.

Sergio Atanes conduce el taxi número 6 de Ourense. En su caso, los ingresos se han desplomado a la mitad, mientras determinados gastos no varían. "Ayer [por el martes] nos pasaron el autónomo, en mi caso de 500 euros al mes. Hay compañeros que están de alquiler y pagan además sus seguros. Esta crisis va a ser muy complicada".

Sergio lleva mascarilla en sus trayectos. "Después de cada cliente desinfectamos con alcohol, con especial cuidado en los lugares que pudo tocar, y cada dos días llevamos los vehículos a una limpieza con ozono. Se hace todo de una manera bastante escrupulosa". En las paradas de la ciudad no puede haber más de tres vehículos esperando al mismo tiempo, para reducir los contactos al mínimo y contribuir al aislamiento social, por ahora la única vacuna contra la enfermedad. La escasez de flota en estas jornadas de estado de alarma deja varias de estas zonas sin presencia de taxi, pero la centralita continúa funcionando -el teléfono de atención es el 988 210 011- y movilizando al vehículo en servicio que se encuentra más próximo, según su localización GPS.

"Estamos trabajando un máximo de un 25% de los vehículos, es un número necesario para garantizar el servicio público pero somos suficientes porque tampoco hay trabajo para más", dice el presidente del colectivo en Ourense. Los taxistas son otros de los testigos de cómo ha cambiado la rutina en la ciudad con el confinamiento que pretende derrotar al virus. "La primera semana de vigencia del estado de alarma se notaba mucho más tráfico, es posible que la gente saliera más de la cuenta. Ahora sí que se percibe que la mayoría está en casa y sale lo imprescindible", señala Francisco Javier Álvarez.

El perfil de los viajeros

Los servicios que más se demanda en esta situación son trayectos al supermercado para hacer la compra, por parte de personas que no disponen de vehículo ni pueden beneficiarse del reparto a domicilio, que en varias cadenas de alimentación o está bloqueado o implica semanas de espera. "Aunque se han aplazado muchas consultas, todavía hay personas que tienen que ir al hospital o a la farmacia, sobre todo mayores. Otro perfil de cliente que tenemos es el de las empleadas de asistencia a domicilio", relata el portavoz del sector.

Con menos tráfico en la ciudad que nunca, sobre todo cuando no es la hora de entrada y salida de los puestos de trabajo de carácter esencial, los trayectos duran menos. La nueva rutina ha alterado de igual modo las conversaciones entre pasajero y conductor. Antes el tiempo monopolizaba las charlas y ahora, como en cualquier otro lugar, el asunto dominante es el virus que tiene al mundo en jaque. "La mayoría de clientes usa mascarillas y guantes, la gente se ha concienciado", dice Francisco Javier Álvarez.