En una provincia profundamente envejecida como Ourense, con una media de trece defunciones diarias, la suspensión de las misas tiene un fuerte impacto en la sociedad, sobre todo en el rural, donde gran parte de la vida social tiene su epicentro en la actividad de las parroquias.

Las medidas acordadas de forma unánime por los obispos gallegos han sido acogida con "responsabilidad" en la diócesis de Ourense, donde la situación derivada de la emergencia sanitaria se vive con "paz y serenidad", pero también con "mucha preocupación", señala el vicario de Personal, Francisco Pernas.

Se suspende la celebración de la eucaristía y se pide a los fieles que sigan la misa por radio, televisión o internet. Los funerales y aniversarios quedan aplazados hasta que la situación lo permita y ante las defunciones se opta por la celebración de las exequias sin misa. "Las misas exequiales pueden ser celebradas después de esta fase crítica, o en estos momentos solo con el grupo de los familiares más allegados", señala el comunicado de los obispos. Este breve oficio se realiza en los tanatorios, manteniendo las medidas de seguridad y aforo establecidas.

"Estamos informando a la gente y lo están asumiendo con normalidad, sin pánico y sin alarmar, con la confianza de que Dios nos protege también en estas situaciones", señala el vicario. Esta situación, aclara Francisco Pernas, no implica el cierre de las iglesias, que siguen abiertas al rezo individual. "Todas las parroquias celebramos la misa en privado y se invita a tener los templos abiertos para que la gente que quiera vaya a rezar, respetando las distancias y el aforo", explica el vicario.

Señala que la iglesia vive con preocupación el avance del coronavirus. "No nos gusta suprimir la eucaristía pero podemos rezar de otra manera", anima. "La radio o la televisión no suplen la presencia física en los templos pero ahora es el medio que tenemos".

Lo que no suspende la iglesia es la acción caritativa, que sigue abierta para ofrecer alimentos a los más vulnerables, y también se mantiene la confesión y la unción de enfermos como se celebra habitualmente pero extremando la precaución.