Calles desiertas, plazas vacías, parques infantiles precintados y largas colas en los supermercados. Ourense amaneció ayer con la idea clara de que se avecinan días difíciles y se lanzó a comprar productos de primera necesidad. La evolución de la crisis sanitaria y el rápido ascenso de los contagios en Galicia anticipó el cierre de comercios y restaurantes y prácticamente toda la ciudad bajó la persiana desde primera hora de la mañana. Las únicas aglomeraciones se produjeron en los supermercados y grandes cadenas de alimentación, con zonas de parking llenas, colas para pagar e incluso para entrar.

En Ourense son 15 los positivos registrados, uno nuevo este sábado. Sólo uno de los pacientes está ingresado en el centro médico El Carmen desde el viernes y el resto sigue el tratamiento en su domicilio. Es el caso de la senadora Carmen Leyte y su marido, neumólogo del CHUO, que siguen aislados en sus casas tras registrar el segundo y tercer positivo en coronavirus del área sanitaria de Ourense.

Contener la propagación del Covid-19 se ha convertido en un reto colectivo y los ourensanos lo han asumido de forma mayoritaria con responsabilidad, aunque también hay quien ha eludido las recomendaciones de quedarse y ha optado por pasar la tarde en espacios como las termas del Miño, que finalmente fueron desalojadas por Protrección Civil, tras lo que acordonó la zona.

Con todo, antes de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciase al mediodía de ayer las medidas de confinamiento acordadas en la sesión extraordinaria del Consejo de Ministros, la ciudad ya se había paralizado.

Comercios, bares y restaurantes colgaron el cartel de cerrado y prácticamente solo las farmacias, estancos y establecimientos de comida a domicilio mantenían la actividad. Además de los supermercados, que desde primerísima hora de la mañana sufrieron auténticas aglomeraciones y compras de tíquets kilométricos. Pero a diferencia del viernes, ayer se extremaron las medidas de seguridad e higiene entre el personal. En el Gadis de la calle Concello, por ejemplo, todas las cajeras usaron guantes y gel desinfectante.

Las farmacias también reforzaron la prevención marcando una distancia preventiva entre el mostrador y el cliente. En la de Cardenal Quevedo, han encargado una mampara para situar encima del mostrador pero mientras no la reciben han colocado unas cajas que hacen el efecto barrera. Los trabajadores utilizan mascarillas y guantes y limpian constantemente con desinfectante, además de mantener la puerta abierta. La farmacia de Marcelo Macías colocó una barra a un metro del mostrador para evitar el contacto y los empleados utilizan con gel tras cada servicio. "La gente entiende la situación pero hay de todo", señala uno de los trabajadores.

Desde la Federación Provincial de Comercio de Ourense, la presidenta Beatriz Gómez, destaca que en un estado de emergencia como el que vive España en estos momentos "no se puede hacer otra cosa" y asume que las restricciones son necesarias para frenar la expansión del Covid-19. La peor cara, señala, es que afecta de lleno a un sector, el de los autónomos y las pequeñas empresas, "que ya somos los grandes olvidados en el día a día". Esta circunstancia sin precedentes viene a agravar la situación, lamenta, por lo que demanda ayudas. En todo caso, la presidenta llama a la calma ante el cierre total y recuerda que la federación ofrece información sobre las alternativas que plantea el mercado laboral para esta situación.

Por su parte, Ovidio Fernández Ojea, presidente de la Federación Provincial de Hostelería, llama a la "disciplina" ante las medidas impuestas, pero afirma que "la inquietud es total" por las cancelaciones y la proximidad de la Semana Santa: "Es un golpe muy duro, las pérdidas van a ser muy grandes".