Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Descifrando el enigma del ferrado

El historiador Rubén Castro desvela una coincidencia del 92% entre el mapa de los múltiples valores de esta medida agraria y las jurisdicciones del reino de Galicia en 1753

El historiador Rubén Castro, en París. // FdV

La razón por la que un ferrado es más pequeño en Vilanova dos Infantes que en Piñeira de Arcos, y sin embargo mide lo mismo en Amoeiro que en Verín es un enigma que ha planteado muchas preguntas pero con pocas respuestas. Al menos hasta ahora.

El historiador Rubén Castro, autor del libro "Cartografía Digital de Galicia en 1753. Jurisdicciones, provincias y Reino", acaba de descifrar el enigma y por ello ha recibido el Premio Xesús Taboada Chivite de investigación. Un incentivo al estudio científico en los campos de la etnografía, la historia y la arqueología, que convoca la Mancomunidad de Municipios de Verín con apoyo técnico del profesorado del departamento de Historia, Arte y Geografía del campus de Ourense.

El jurado resolvió por unanimidad reconocer el trabajo de este investigador que, además de recibir 6.000 euros, verá publicado su estudio, titulado De señores, señoríos e medidas do país: cartografía metrolóxica da Galicia moderna, en el que desvela por qué una medida tradicional agraria tan arraigada todavía en la cultura popular como el ferrado puede variar tanto de una zona a otra en el mismo concello o, por el contrario, compartir la misma magnitud en poblaciones alejadas.

"Nadie hasta el momento pudo explicar por qué era así; la teoría aceptada era la 'teoría del caos': una vez que las medidas tradicionales eran diferentes, cada parroquia sencillamente utilizaba una, sin ningún agente coordinador", explica el historiador.

El ferrado, del que todavía se conservan muestras en galpones del rural, era un cajón de madera que servía para medir la cantidad de grano que se obtenía en una cosechada y oscilaba entre 11,5 y 20 kilos. Esta medida de capacidad acabó trasladándose a la superficie, de manera que un ferrado equivalía al terreno que era necesario cultivar para llenar una caja. "Por eso no es nada extraño que en cada lugar las medidas de superficie o llamadas antes medidas en sembradura fuesen diversas según es diversa también la productividad de las tierras de una zona, comarca, país...", matiza Rubén Castro.

El hecho de que existan medidas en sembradura diferentes en un territorio se explica, por tanto, a través de las medidas premétricas (antes del Sistema Métrico). Lo que ocurre, señala Castro, "es que en el caso gallego, y en muchos otros en Europa (porque no es específico de Galicia), hay poblaciones que estando bajo condicionantes idénticos o similares no tenían valores iguales para sus ferrados; y al revés, poblaciones más alejadas o separadas a su vez por otras parroquias sí decían utilizar ferrados con el mismo valor".

La explicación a este "caos" la encontró contrastando la metrología histórica con los datos del catastro del reino de Galicia en 1753. "Por casualidad y por curiosidad, vacié las respuestas para las parroquias que conozco en el actual municipio de Begonte, que pertenecían a concellos antiguos o jurisdicciones, como se conocían en ese momento". Al recoger el valor del ferrado en superficie que usaba cada parroquia, el historiador constató que las que pertenecían a la misma jurisdicción compartían el mismo ferrado, y las que pertenecían a jurisdicciones diferentes también tenían ferrados diferentes. La hipótesis a plantear era clara, añade el historiador: "¿Podía la distribución de los valores de los ferrados en sembradura ser un calco de la planta de las jurisdicciones?".

Y así arrancó el trabajo de investigación que, relata, se complicó porque la cartografía de los concejos gallegos a partir del Catastro de Ensenada no estaba hecha, salvo para la provincia de Ourense, obra de Olga Gallego en los años 80.

Una vez realizado este proyecto contrastó las dos realidades (administrativa y metrológica) y el resultado "fue sorprendente por su consistencia: más del 92% de esos concejos antiguos eran homogéneos en términos metrológicos, es decir, todas las parroquias de esa jurisdicción compartían un mismo tamaño para su ferrado en superficie".

¿Por qué entonces parece tan caótico? La respuesta también la ofrece la planta administrativa de 1973. "Esas jurisdicciones estaban partidas territorialmente en trozos que estaban separados entre sí, de manera que en una misma zona podían coincidir 4 o 5 parroquias pertenecientes a 2, 3 o 4 jurisdicciones diferentes, de modo que en el mismo entorno agrario los ferrados tenían valores diferentes, y por eso no había razón aparente para explicar esta realidad, salvo la teoría del caos", concluye Castro.

Compartir el artículo

stats