Las aldeas gallegas bullen en agosto como en ningún otro mes del año. El retorno a casa de emigrantes de varias generaciones, las reuniones familiares y en algunos lugares también el turismo disparan la población en 89 de los 92 municipios de Ourense, despejando esa imagen de soledad y cierto vacío que acompaña a los pueblos el resto del tiempo. Cuando vuelve agosto, regresa la plenitud a las aldeas. Su mayor celebración es la fiesta de la parroquia. El 25 de julio y el 8 de septiembre también son fechas señaladas en el calendario, pero ningún periodo del verano concentra tantas citas como los cuatros días de este puente del 15 de agosto. Desde ayer y hasta el domingo, en Ourense se celebran al menos 88 fiestas, tomando como referencia las actuaciones publicadas en la página web orquestasdegalicia.es.

Las procesiones y eucaristías solemnes por varios santos o la virgen en sus distintas advocaciones, la sesión vermú al salir de la misa, las fiestas gastronómicas que no reparan en tamaño y cantidad de raciones, así como las verbenas -una macrodiscoteca al aire libre en las corredoiras y montes gallegos- conforman una celebración sin fin durante estas jornadas. Son los días de restaurantes llenos en las localidades de referencia, de familias y amigos compartiendo mesa y mantel, de los invitados en las casas. De los amaneceres rasgados por el sonido de los gaiteiros, de una banda de música de una charanga, prorrumpiendo en las aldeas ya a primera hora con algunos vecinos aún en duermevela, tras la farra.

La juerga tira pero la fe todavía mueve montañas. En Santa María de Arcos es tradición que se subaste el acto de entrada de la imagen de la virgen en el templo. Solía llevarse el gato al agua Florindo González pero, por primera vez desde los años ochenta, ayer perdió la puja. El pulpeiro de la localidad, Camilo Pereira, pagó 6.100 euros -desde un precio de salida de 50- por introducir la figura en la iglesia junto a su familia. El dinero se destina a las necesidades de restauración y mantenimiento del templo, a la Diócesis y a la comisión de fiestas.

La mayoría de fiestas se remontan varias décadas en el pasado y algunas unen la celebración con historia y cultura. También surgen iniciativas nuevas que adaptan la tradición a los tiempos. Ayer, la parroquia de Melias (Pereiro de Aguiar) disfrutó de su I Festa do Chuletón, tras juegos populares y una fiesta de la espuma, aplicando la conciencia medioambiental a un evento típico: una cita gastronómica libre de plásticos de un solo uso. La asociación colabora con Fundación Amigos de Galicia en una recogida solidaria de tapones de plástico para menores que necesitan tratamientos médicos no financiados, y de leche para familias en riesgo de exclusión social atendidas por la entidad en la comarca. El domingo se celebra una caminata en Melias con los mismos fines solidarios.