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Lucha biológica contra la avispa velutina

Vehículos que no arrancan si el conductor ha bebido alcohol en exceso, una pulsera que avisa de un ataque epiléptico para que el paciente reciba auxilio, una cadena de comida rápida sana y personalizada, un invernadero espacial para cultivar patatas y garantizar la alimentación de los astronautas en misiones de larga duración o plásticos no contaminantes elaborados con materias primas renovables y biodegradables.

El ingenio de los escolares es infinito y desde ayer exhiben su talento en Galiciencia, la mayor feria científica de Galicia que celebra su XIV edición en la Tecnópole. La carpa alberga 78 proyectos de 43 centros educativos de las cuatro provincias gallegas, Asturias, Sevilla y Barcelona, y está preparada para recibir hasta su clausura mañana al mediodía a más de dos mil escolares. La misión de los 150 investigadores noveles que ocupan los stands no es sólo mostrar sus ideas, inventos o descubrimientos científicos, sino despertar la curiosidad por la ciencia y demostrar que hay cantera.

La temática central de esta edición de la Galiciencia gira en torno a la salud y los buenos hábitos y los equipos científicos han apostado mayoritariamente por desarrollar propuestas en esta línea.

Pablo Páramo Telle, del colegio Maristas de Ourense, diseñó un sistema de encendido inteligente para vehículos acoplado a un alcoholímetro que bloquea el motor de arranque si el conductor supera la tasa máxima permitida. La seguridad vial también está detrás del proyecto de Esther y Lucía Suárez, de las Aulas Científico-Tecnolóxicas de Ponteceso (A Coruña), que inventaron el Bikerduino, un casco con luces LED para ciclistas que indica mediante movimientos de cabeza si frenan o qué dirección van a coger en un cruce.

Antía Ollero y Lucía Rodríguez Parry, alumnas de las Aulas Tecnópole, crearon una pulsera para ataques epilépticos que avisa de una crisis a la persona más próxima al paciente para que pueda pedir ayuda. El dispositivo consta de cuatro sensores colocados en el tobillo y en la muñeca, y un acelerómetro que mide el movimiento y la posición del cuerpo. El cálculo de diferentes parámetros permite determinar cuando una persona está a punto de sufrir un ataque y enviar la alerta para una rápida intervención.

En Poio, Roi Santos y Sofía Prieto han creado una cadena de comida rápida que ofrece menús saludables, orgánicos y personalizados para cada cliente. Todo se gestiona a través de una app en la que los usuarios crean su perfil con los datos personales necesarios para elaborar la dieta: altura, peso, alergias, intolerancias... La aplicación también tramita los pedidos y el pago, por lo que las prisas ya no serán excusa para comer sano.

Los pequeños científicos han pensado también en la dieta de los astronautas y han diseñado un invernadero de patatas para viajes espaciales. Vicente Jiménez de Cisneros y Alberto Taboada, del colegio Montecastelo, de Vigo, proponen un sistema de cultivo aeropónico adaptado a la gravedad y que reutiliza elementos orgánicos de la nave. El prototipo que muestran en la Galiciencia está automatizado y se controla a través de una aplicación móvil.

Ainhoa Rúa y Carla Pereira, del Colegio San José de Ourense pusieron el foco en la cantidad de bacterias que pasan de mano en mano a través del dinero. La vida activa de billetes y monedas oscila entre cuatro y 15 años y durante ese tiempo nunca se desinfectan. Aunque la mayoría de estos microorganismos son inofensivos, las alumnas aprovecharon las propiedades antimicrobianas del cobre para diseñar un monedero más higiénico.

También preocupados por la salud, Paulo Ordóñez y Matheus Boscacci, del colegio Compañía de María de Santiago, presentaron un espirómetro diseñado e impreso en 3D que permite detectar anomalías pulmonares, con el objetivo asociado de concienciar la juventud sobre los riesgos del consumo de tabaco.

La lucha contra el plástico también está presente en la búsqueda de soluciones científicas dirigidas a preservar el medio ambiente. María García y Diego Pérez, del Centro Educativo Galén, de Lugo, y Lara Fernández e Iván Ríos, del colegio Eduardo Pondal de Cangas, presentan sendas propuestas basadas en el diseño de "bioplástico" a partir de materiales biodegradables y de origen orgánico.

Los alumnos buscaron en la tecnología respuesta a muchos de sus planteamientos iniciales y así se puede ver en la Galiciencia desde una sofisticada nevera portátil basada en una célula Peltier a drones multirrotores ideados para el transporte de enfermos y servicios antiincendios.

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