A medianoche, con el cielo estrellado y un ambiente invernal, se abrieron las puertas de la ambulancia con la amabilidad de un abrazo para Zé María Da Silva. Él mantuvo hasta el final su no obstinado a dejar su infravivienda instalada bajo el Puente Novísimo de Ourense, el único parapeto contra el frío inclemente de este abril. Buena parte del sistema administrativo que puede protegerlo se movilizó ayer, respondiendo a la llamada de auxilio que los vecinos del barrio de A Ponte emitieron estos días ante el empeoramiento de salud de un hombre que, pese a sus dificultades y al deterioro de las últimas semanas -tiene las piernas dormidas y doloridas, apenas consigue moverse-, es feliz cobijado en su amalgama de plásticos, mantas, trapos y palos, rosas de plástico en un cubo con tierra y un grafiti que relumbra como un rótulo de neón.

La edil de Asuntos Sociais, Sofía Godoy (PP) se implicó para que este vecino -reacio al albergue, al comedor de Cáritas, a la posibilidad de una vivienda social- accediera a ir al hospital. También la presidenta de la asociación vecinal de A Ponte, Olga Giráldez. Y la Policía Local. Y el personal sanitario del 061, que envió al lugar a dos ambulancias, con médica, enfermera y técnicos. Y Cruz Roja, con sus visitas asiduas, una o dos veces por semana. El Concello espera que el informe sanitario en el CHUO, donde fue trasladado esta pasada medianoche, ayude a que la Fiscalía y el juzgado estudien medidas de auxilio a Zé María. Solo importa la bondad, la del sistema incluido.