La segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia provincial de Ourense contra seis miembros de una familia de etnia gitana acusados de tirotear al jefe de un clan rival y su hijo en la entrada del CHUO la noche del 15 de mayo de 2016 acogió ayer el testimonio de las víctimas y otros familiares que presenciaron el incidente. También declararon testigos oculares y agentes de policía que acudieron al lugar tras recibir el aviso del altercado que se sucedió en dos tiempos: un primer ataque contra la familia rival en la puerta principal protagonizado por Antonio G.M. y sus hijos Daniel y Moisés, y un segundo incidente en las viejas urgencias que implica a su hermano Diego y los dos hijos de este, a los que un guardia de seguridad cortó el paso.

Se enfrentan a una petición de la Fiscalía de un total de 63 años y medio -penas individuales de 10 a 13 años y medio- por delitos de intento de homicidio, daños, desórdenes públicos, tenencia ilícita y atentado.

Una tras otra, las víctimas relataron una versión muy diferente a la que habían ofrecido en sede judicial las horas posteriores al suceso. Por aquel entonces, las dos familias gitanas implicadas estaban enfrentadas a causa de la relación sentimental no autorizada entre dos jóvenes de uno y otro bando, pero hoy la situación ha cambiado, se llevan bien, "incluso mejor que antes".

Así lo corroboró el nieto del patriarca herido en el tiroteo y novio de la hija de Antonio G.M. , coautor de los disparos. Ante el tribunal de la Audiencia este joven detalló una escena muy diferente a la que describió en su día. Entonces declaró que Antonio y sus hijos Daniel y Moisés se bajaron del coche, y portando cada uno una arma larga, se dirigieron disparando a su padre y a su abuelo que se escondieron detrás de un coche. Llegó a ver como al detonar salía fuego de las escopetas. Así consta en la declaración judicial que le leyeron ayer a petición de la fiscal: "En ese momento estaba nervioso, a lo mejor dije algo de más", justificó.

Lo que declaró ayer ante el tribunal nada tiene que ver con aquel ataque. El chico declaró que cuando llegaron al hospital porque su mujer estaba de parto ellos ya estaban allí. Asegura que solo habían dado dos o tres pasos y Antonio cogió una escopeta del maletero. Intervino enseguida Daniel, que forcejeó con él para arrebatársela, mientras Moisés realizaba varios disparos al aire. Cuando logró zafarse de su hijo, Antonio cogió otra arma y disparó, también "al aire".

Esta versión coincide con la ofrecida por los acusados en su declaración, que aseguran que su intención era "asustar" y no matar. De haber querido acabar con la vida del jefe del clan, como afirma la Fiscalía, lo habrían hecho antes y no en el hospital, admitieron. Sólo Antonio y Moisés reconocieron disparos "al aire", exculpando a Daniel que, señalaron, forcejeó con su padre para quitarle el arma, que se disparó.

Su abuelo, jefe del clan y objetivo, según la acusación, del homicidio intentado por el que están acusados los seis miembros de la otra familia, declaró en el mismo sentido: "Antonio vino para abajo con la escopeta pero no nos quería matar". E.M. explica que la "rencilla" entre las familias se debía a la relación de su nieto con la hija de Antonio que "se cortejaron solos", sin permiso de las familias. "Eso fue una deshonra para Antonio", justificó. Sobre la herida que sufrió en la cabeza en el transcurso de la reyerta, minimizó: "No fue nada, una piedra que rebotó por un perdigón".

Su hijo F., herido en una pierna en el ataque, reiteró la misma versión, diferente a la inicial que hizo "enfadado y nervioso". Asegura que, tal y como sucedieron los hechos, "si quisieran matarnos podían hacerlo".

Ninguno presenció el incidente en las viejas urgencias que implica a los otros tres acusados. Este hecho lo describió un policía que observó el episodio desde una ventana. Oyó ruidos como de fuegos artificiales pero muy de cerca. Se asomó y vio el Ford Focus con el maletero abierto y armas en su interior. Fuera del vehículo había tres individuos, uno de ellos más adelantado, encañonando al vigilante de seguridad que se acercaba pidiendo que dejase el arma: "No lo mató porque no quiso; tenían dos opciones, matarlo o huir, y optaron por lo segundo".

También testificó una joven enfermera que vive justo enfrente del hospital y cuando llegaba a casa vio llegar un coche del que empezó a salir gente y disparar. Era de noche y no pudo ver bien las armas pero sí oyó claramente los disparos: "Fue momentáneo, pum pum pum y se marcharon". Ella corrió a auxiliar a los heridos. Fue la primera en llegar y asegura que el E.M. "estaba en estado de shock, no sabía qué había pasado". Asegura que tras la huida de estos no oyó más disparos ni vio a ningún vigilante.

El testimonio del vigilante de seguridad que el día de los hechos se presentó como el héroe que había frenado lo que podía haber sido "una carnicería", según sus palabras, fue puesto en duda ayer por las defensas. El letrado que representa al hombre que supuestamente lo encañonó y sus dos hijos pidió al tribunal que se le dedujese testimonio y anunció al término de la sesión que ejercitará acciones penales una vez se dicte sentencia si el propio tribunal no lo deduce.

El guardia reiteró ayer que estaba con un compañero en urgencias cuando oyó detonaciones que procedían de los accesos y que al acudir vio a varios individuos, uno apostado en el capó de un coche, disparando hacia la puerta de entrada del CHUO. "Nos acercamos y emprendieron la huida", apuntó. Pero él seguía oyendo disparos y gritos por lo que acudió a la zona de las viejas urgencias donde estaban Diego G.M. y sus dos hijos "con armas". Diego "me encañonó y me dijo que si no me apartaba me partía en dos". Sostiene que estos iban a "rematar la acción que empezaran los otros", por lo que se puso delante. Asegura también que los dos heridos querían encararse a ellos pero que él lo evitó.

El letrado considera que "miente en prácticamente todo, y ya lo hizo en instrucción". Incide en que "nadie lo vio" en la primera acción en la puerta principal ni frenando un supuesto intento de los heridos de arremeter contra los atacantes. "Y no hay ni un solo testigo que diga que hubo disparos en el Ford Focus", concluye el letrado.