Salió a gran velocidad de un semáforo, se distrajo con una llamada de móvil, que llevaba en el pantalón, y también influyó que era un conductor inexperto. Perdió el control de su vehículo, remontó la acera y arrolló a un matrimonio que esperaba al autobús en un banco, junto a la parada de Eulogio Gómez Franqueira, en el barrio ourensano de A Ponte, frente a la estación de ferrocarril. El señor, J. B. L., murió a los 69 años. El conductor, Manuel F. L., tenía 19 y solo doce meses de experiencia al volante cuando ocurrió la fatalidad, sobre las 12.30 horas del 27 de noviembre de 2015. La magistrada del Penal 1 lo condena por delito de homicidio imprudente a una pena sin efectos de un año de prisión. Además, se queda sin carné de conducir por pérdida de vigencia, al pasar de dos años -solo por un día- la retirada impuesta en la sentencia. No es firme y admite recurso de apelación.

Cuando recuperó la atención tras la llamada del móvil, el conductor se percató de que varios vehículos aún estaban detenidos más adelante, pasado ya el cruce de Eulogio Gómez Franqueira con Jesús Pousa, donde se encuentra la máquina del tren. Para no chocar con un taxi y, dado que por el otro carril iba otro coche, el acusado dio un giro brusco a la derecha.

"Falta de precaución grave"

"Debido a la velocidad a la que circula y a su falta de experiencia", subraya la magistrada, el conductor se salió de la calzada, subió a la acera y se empotró contra el banco en el que estaba el matrimonio. No consiguió tan siquiera frenar, puesto que no quedaron huellas. "Si Manuel no hubiera circulado a una velocidad inadecuada, no se hubiera distraído en la conducción y tuviera una cierta experiencia como conductor", el siniestro se habría evitado, concluye la jueza. La "falta de precaución" del conductor "ha de calificarse como grave". Aplica una atenuante de reparación del daño causado (el seguro pagó las indemnizaciones).

Los policías y varios ciudadanos cargaron el vehículo en peso para liberar al señor. Falleció. La esposa sufrió lesiones en una pierna. En el juicio, celebrado en junio, dijo al joven que lo perdonaba, con una admirable muestra de dignidad y empatía. Víctima y acusado (que se declaró arrepentido) lloraron, a muy pocos metros, separados solo por un biombo. "Tiene toda la vida por delante, que la siga, que yo lo perdono. Esto le puede pasar a cualquiera, pero que piense que llevar un coche es como tener un arma de fuego".