Miembros de la corporación municipal y efectivos de la Policía Local acompañaron ayer a San Roque en su procesión por las calles del casco histórico de la ciudad. Esta celebración, que en tiempos llegó a ser la principal de la capital de As Burgas, se reduce en la actualidad al acto religioso que mantiene vivo el voto que Ourense realizó a este santo en 1679, cuando la ciudad sufrió una mortífera epidemia que acabó con buena parte de la población.

Es tradición también que la corporación municipal se implique en la peregrinación de San Roque y así sucedió ayer, con la participación, entre otros, del alcalde Jesús Vázquez, el concejal José Araújo (que portó el estandarte), y representantes de Democracia Ourensana.

La procesión salió de la catedral a las 11.30 horas y recorrió la calle Xoán de Austria hasta la iglesia de Santa Eufemia, donde se rezó un responso, para continuar por Lamas Carvajal hasta la Praza Maior y Praza do Trigo, y finalizar de nuevo en la catedral, donde se celebró la misa.

Aprovechando esta festividad, el Arquivo Histórico Provincial ponía en valor, con la aportación de documentos de la época, la importancia que esta celebración tuvo en la ciudad de Ourense hasta principios del siglo XX. Custodia el Archivo el cartel de las fiestas de 1877 en el que se hacía mención a la peste "azote del Cielo," que invadió la capital y su radio en el año de 1679, "ocasionando cada día cientos de víctimas y cubriendo de duelo a sus atribulados moradores".

Concello, obispo y cabildo de la Catedral ofrecieron "voto perpetuo de reconocimiento y gratitud; y Dios les oyó en su misericordia infinita."

El voto solemne se ha mantenido hasta hoy pero no los festejos que por aquel entonces arrancaban el día anterior con pasacalles, gaitas, fuegos artificiales, bailes campestres y verbenas. Tanto la víspera como el propio 16 de agosto, a las doce de la noche, se elevaba un globo de "colosal tamaño, buen gusto y original estructura".