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"No se puede vivir con la angustia de que cada día hayan robado en la iglesia"

El cura de Santa Teresita acumula tres denuncias en 40 días por sustracciones en el templo de O Vinteún -A prisión un detenido por 4 hechos en 19 días, que se quedaba dentro para robar

El párroco de Santa Teresita, Aquilino Rodríguez, dentro de la iglesia de O Vinteún. // Enzo Sarmiento

Los sacerdotes de la ciudad también tienen desvelos por los robos en sus iglesias. La vulnerabilidad de los templos en el rural, por la dispersión de núcleos y las escasas medidas de seguridad, preocupa a la Diócesis de Ourense, que desde hace años instruye a sus párrocos para que retiren objetos de valor que puedan servir de reclamo para los ladrones. En la iglesia de Santa Teresita, en el barrio de O Vinteún, Aquilino Rodríguez (72 años) habla entre preocupado y resignado por la situación: "En unos 40 días he presentado ya tres denuncias por robos. El lunes fue el último: una mujer me cogió el teléfono móvil mientras yo estaba oficiando; no pude hacer nada".

Lleva un año y siete meses al cargo de la parroquia. Las incursiones de los ladrones se suceden: "Me he quejado amargamente y la Policía se ha comprometido a patrullar más, así que esperamos que la seguridad aumente. No se puede vivir con la angustia de que cada mañana, cuando vas al templo, te lo encuentres abierto y patas arriba", explica a este periódico. La comisaría informaba precisamente ayer de la captura de C. F. G., un hombre de Castro Caldelas de 43 años, al que le constaban 16 detenciones previas, y que presuntamente cometió 4 hechos en Santa Teresita desde el 27 de junio al 16 de julio, apropiándose de un total de 700 euros y ocasionando daños. También se le atribuye un quinto robo con fuerza que ocurrió en 2017 en la iglesia de la Asunción, de la que se llevó 400 euros. Fue detenido el martes y el juez de guardia, Leonardo Álvarez, decretó su ingreso en prisión preventiva anteayer.

En ninguna ocasión fue detectado. Aquilino Rodríguez cambió la cerradura en Santa Teresita porque sospecha que la llave de la anterior llegó a manos de los ladrones. "Al final tenemos que hacer de policías, poner las máximas cautelas, y vigilar. Nos vemos obligados a cerrar los confesionarios, la torre y la tribuna antes de la noche, así como la puerta que comunica con la casa parroquial. Desde que hemos cambiado la cerradura han pasado más de diez días desde el último robo", relata.

El primer delito del presunto ladrón encarcelado tuvo lugar el 27 de junio. Desaparecieron 200 euros en monedas que se encontraban en el armario de la sacristía, con las llaves puestas, y otros 70 en billetes que estaban en el cajón del despacho parroquial.

Ninguna ventana ni cerradura fueron forzadas, por lo que se sospecha que el individuo aprovechaba el momento del reparto de los alimentos a personas necesitadas para ocultarse en algún lugar de las instalaciones. Una vez vacías, a partir de las 21 horas, aprovechaba para cometer el delito y marcharse por la puerta principal, que abría desde dentro.

Desde ese primer robo, con intervalos de cuatro días, hubo otros dos hechos similares en los que desaparecieron un total de 500 euros. El párroco tomó la decisión de dejar de guardar el dinero en los lugares habituales. No obstante, el 16 de julio a partir de las 21.00 horas, hubo un cuarto delito, sin botín, pero en esta ocasión con daños: armarios forzados y cajones revueltos. Dos días después, el sacerdote acudió a la comisaría a denunciar.

La UDEV y la Policía Científica investigaron y confirmaron que el ladrón había accedido mediante escalo por la parte trasera de la sacristía, fracturando el cristal de una ventana la cual se encuentra franqueada por una cómoda. Nunca era abierta por los sacerdotes ni ningún auxiliar, por lo que no se había detectado que estuviera rota.

La Policía atribuye al mismo individuo, por el modus operandi, una sustracción de 400 euros cometida en la iglesia de la Asunción en junio de 2017, después de que el autor accediera a los despachos del templo tras fracturar una ventana trasera y forzar la puerta de seguridad.

Deseando que la oleada de robos se frene definitivamente, Aquilino Rodríguez avisa de que, por estar la iglesia en zona de paso a una de las zonas donde más droga se vende en la ciudad -Covadonga-, "alguno de los que viene a pedir o merodear está bajo los efectos y se pone agresivo. Tratamos de que haya más gente delante y de tener cuidado".

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